Lo que me cuenta la otra
noche una amiga, propietaria de un conocido centro de estética de la ciudad, es
digno de mi atención. Comentando que con la llegada del calor aumenta el volumen
de trabajo, me dice que existen dos fechas punta en las que se disparan las
reservas para hacerse la depilación integral en la zona íntima: antes de la
noche de San Juan y la víspera de la Tomatina. ¿En serio?, le pregunto
sorprendida ante esta información que me parece reveladora. Doy por hecho que
el repunte de exterminación pilosa se debe dar en algún otro momento del año,
como antes de San José o en Noche Vieja. Pues no. Me aclara que antes de las
fallas sí que puede ser que aumenten las peticiones, pero ni de lejos a los
niveles de las fechas estivales. A mi me viene la cabeza que en el mes de marzo
o en fin de año aquellas que quieran consumar un encuentro fugaz deben de tener
a mano una casa o recurrir a su coche, o al de él, o a la habitación de un
hotel. Con el calor, en cambio, entran en escena estas fiestas lúbricas,
celebraciones de contacto donde el mar, la playa, el fuego o algo tan rotundo
como es un tomate maduro, se impregnan a nuestra piel como las moscas a la miel.
Así estas amazonas, valientes, enarbolan la ausencia de vello como la
confirmación de algo que esta escrito en su subconsciente: las ganas de sexo indecente.
Visualizo a esas damas previsoras y sin duda optimistas, que se preparan con
esmero, y sin rodeos, para esas noches de juerga loca. Me pregunto como
actuarían los hombres presentes si supieran del estado depurado de la zona
neurálgica de muchas de ellas, y pienso si el equivalente masculino sería el de
salir con un condón en el bolsillo. Entonces llego a la conclusión de que
someterse a ese tipo de depilación reviste una mayor intención. Y eso es algo
que, sin duda, hace que ellas ganen en motivación.
lunes, 30 de junio de 2014
PROHIBIDO IR DE ZORRÓN
Estando el otro día en la
Malvarrosa rodeada de familias, ancianos, madres con niños y jóvenes lozanas,
inicio una reflexión acerca del tiempo y de cómo influye de manera desigual en mente
y cuerpo. Así llego a la conclusión de que Valencia es una ciudad complicada cuando
empiezas a cumplir años, especialmente si eres mujer. El clima casi tropical
que gobierna la mayoría del tiempo, la hegemonía del sol, las terrazas, las
discotecas cuyo único techo es el cielo, lo plano del suelo, el uso del tacón,
la ropa escueta, los escotes, las melenas doradas, la piel bronceada. Una de
las señales es la proliferación de peluquerías, centros de belleza, salones spa
y toda una gama de establecimientos destinados a mejorar la imagen personal. Luego
está la moda de los entrenadores personales, los centros de gimnasia pasiva, la
epidemia de los corredores, los gurús de la medicina estética que, a golpe de
aguja, luchan contra el deterioro natural en el rostro de las pacientes que
acuden a sus consultas en busca de la panacea. Hace solo un mes unas fotos de
Veronica Lario, ex mujer de Silvio Berlusconi, propiciaron un debate en Italia.
Las instantáneas fueron publicadas por la revista “Chi” y en ellas aparece la
dama a sus casi 60 años vestida de manera informal con coleta, pantalones
estrechos y botas de montar. El artículo hace referencia a los supuestos kilos
de más que luce Veronica y añade los cometarios de algunos cirujanos estéticos
que proponen cuales serían, en su opinión, las intervenciones a las que podría
someterse ella si quisiera mejorar su aspecto. Numerosos medios aprovecharon la
ocasión para platear una reflexión sobre el tema tomando la voz de miles de
mujeres que reivindicaron el derecho a envejecer. El de Veronica y el del
resto. Pese a que parece que la maniobra se trata de una pequeña estrategia
personal del Cavaliere, que ha querido atacar a su ex dándole (o eso es lo que piensa
él) donde más le duele, la respuesta de la actriz no se ha hecho esperar y ha
calificado la acción como “un ataque inaceptable a las mujeres que quieren
envejecer sin complejos”, para a continuación plantear una cuestión: “¿qué
ejemplo damos a las niñas de 16 años que
piden una liposucción como regalo de cumpleaños?”.
Recientemente una atractiva
amiga soltera que luce unos estupendos 50 y además es lista y competente, me
comentaba que hace tiempo, y en referencia a su posición respecto a los
hombres, se siente invisible. Se queja además de la falta de locales de ocio
para gente de su edad, de cómo el que fuera su marido, al igual que la mayoría
de los ex de sus amigas, ha buscado una segunda oportunidad en brazos de
treintañeras. Le da la impresión de que los pocos varones de su quinta que aún permanecen
solteros, o bien tienen un problema de seguridad,
o bien un conflicto con su sexualidad. Con hijos independientes, goza de tiempo
libre que suele dedicar a leer, hacer deporte o ir al cine cuando la realidad,
aunque les pese a las defensoras de la autosuficiencia, es que a veces en
secreto sueña, cuando se mete en la cama, que le parece escuchar a su espalda
la respiración del hombre al que ama. «¿Y sabes lo peor?», pregunta. «Que
nosotras somos las primeras que criticamos a las famosas de las revistas, a
conocidas o a compañeras tratando sin piedad los estragos de la edad»,
sentencia.
Urge que entre las damas de
esta ciudad se refuerce el tema de la solidaridad. A la práctica se traduce en
no criticar al resto con el mínimo pretexto, en que si una ve a otra mujer con
unos kilos de más no diga “está abandonada”, sino que piense para sí misma que
quizás está atravesando una mala temporada, en pasar de los tíos casados o
emparejados, en no ir de zorrón si en la misma mesa hay sentadas otras mujeres de
más edad o físico más discreto, en no hablar mal de la ex de tu novio o marido
ni juzgar a las otras por su posición, su bolso o su ropa. Fundamental esta
lección: el tiempo pasa volando y de un día para otro se puede revertir tu
situación.
domingo, 22 de junio de 2014
AMIGOS CON ROCE
“Yo de siempre me llevo mejor
con los chicos”, afirma no hace mucho Olga en una cena. “La amistad con un
hombre me resulta mucho más natural, menos competitiva. Entre dos mujeres la
relación en algún momento se presenta conflictiva”, expone esta economista
madre y casada que, poseedora de un atractivo destacado, disfruta de una
treintena privilegiada. Me consta que con alguno de sus íntimos, uno de esos
por los que ella pone la mano en el fuego, ella tuvo un magreo en el pasado. Sé
además que aunque él también está casado ella nunca lo ha olvidado. E intuyo,
cuando los veo en acción, que si bien supongo que no hay nada más entre ellos, ambos
se dan el uno al otro calor. Conozco además el caso de un amigo que mantiene
desde hace años la amistad con una chica algo más joven que él a la que conoció
en el trabajo. Pese a que él hace alarde de la situación incidiendo en que
entre ellos nunca ha existido ninguna clase de atracción, puedo ver como él sin
pensarlo la toca, le mira la boca o la escucha fascinado sin darse cuenta de
que lo que le ocurre en el fondo es que está enamorado. Les insto a que observen a su
alrededor, analicen a esas parejas que conocen de amigos hombre-mujer y se
pregunten: ¿cuál de los dos parece más interesado?, ¿es seguro que nunca se han
enrollado?, si ella es atractiva y el tío no es feo, ¿cómo es posible que
consigan controlar el deseo?. Si la ley natural indica que la mente femenina
está programada para el romance y la masculina para tratar de copular con todo
lo que tiene a su alcance, si las damas somos posesivas y coquetas y ellos se
pierden por unas piernas largas, una sonrisa o unas buenas tetas, si nosotras
tenemos fantasías y ellos son los reyes del porno en la red, ¿alguien se cree
todavía la utopía de la amistad mixta, casta e inocente? La respuesta está en la
parte baja de su vientre, no en su mente.
LA ERÓTICA DE LA BARBA
Hay una plaga en la ciudad.
Se da entre hombres de distintas edades y no depende de la posición, ni del
tipo de empleo, ni de si están casados o solteros. La realidad, y no se
alarmen, es que ¡las mejillas masculinas se han cubierto de pelo!. Lo que en el
pasado se reservaba a ancianos o pensadores, aquello que no hace tanto fue
símbolo de rebeldía acompañada, en muchos casos, de una melena despeinada, se
presenta hoy como opción de moda impulsada en primera instancia por obra y
gracia de esa tribu urbana que componen los hipsters. Empezaré explicando, para
aquel que no lo tenga claro, que por hipster se entiende el joven urbano amante
de la música independiente, de lo vintage y lo artesanal, pero a la vez usuario
habitual de tecnología. El colectivo hipster se concentra en barrios
tradicionales en teoría “baratos” que ellos mismos contribuyen a poner de moda,
como es el caso de Ruzafa. La ropa que utilizan suele ser atemporal, apoyándose
en básicos como tejanos, camisas y chaquetas de punto. Es en esta búsqueda de
lo casual donde entra en juego el corte de pelo old school, de acabado
depurado, y la barba, diseñada, recortada y peinada para la ocasión. Y aquí
podemos hablar de epidemia. Porque la barba, por si no se han dado cuenta, es
contagiosa y salta de varón a varón de una manera que puede parecer aleatoria
pero que, analizada de fondo, tiene su historia. La guinda del pastel se
encuentra en la calle Matemático Marzal en forma de barbería neovintage
regentada por un profesional altamente cualificado en arquitectura pilosa. Hasta
allí peregrinan aquellos que desean llevar su peinado facial a la máxima
expresión estética y ponerse en manos de este virtuoso de la navaja. En un
escalón inferior están todos aquellos que un buen día decidieron prescindir del
afeitado y se han dejado crecer el pelo, seducidos por la comodidad y
asombrados por la capacidad de transformación de su rostro, que muchas veces
gana en carácter o en virilidad con la sola presencia de vello. ¿Y que opinamos
nosotras?, me imagino que muchos se preguntarán. A mi en particular la barba me
sabe a verano, a salitre y a cubierta de barco, a noches sin dormir, a largas
siestas, a cosquillas en las mejillas, en la barbilla, en la barriga, a leer
junto a una ventana por la que se cuela una suave brisa, a cama, a almohada, a
no hacer nada, a madrugada, a piel bronceada, a vino blanco frío, a
cigarrillos, a café, a la bestia que seduce a la bella, a Sergé Gainsbourg, a
Sean Connery, a Julian Schnabel, a momento creativo, a fin de semana...
En general la mujer la acepta
de buen agrado siempre y cuando el sujeto conserve intacta su esencia
masculina. Para ellos, y dado que la capacidad de metamorfosis estética del
varón es tan limitada, dejársela crecer puede aportar a su expresión una imagen
completamente renovada. Hasta el nuevo y flamante rey se ha sumado a temporadas
a esta tendencia demostrando que, si se luce con decisión y cuidada, aporta un
extra de presencia. Insto a aquellos lectores masculinos que todavía no se han
lanzado que aprovechen las vacaciones, se dejen llevar y comprueben si tienen
razón aquellos que afirman que al pasar del afeitado han experimentado una
nueva sensación de libertad. Una pequeña revolución anárquica que se inicia una
mañana ante el espejo del baño y se apodera poco a poco de uno, empapado por la
energía de su nuevo aspecto, poseído por el influjo de los grandes
conquistadores, aquellos que emprendieron largas travesías a ciegas en aguas y
tierras desconocidas. A nivel sexual lo que el pelo en la cara le puede aportar
es ese punto salvaje de sujeto indomable que, más allá de las convenciones,
decide apostar por lo inexplorado, reivindicando al macho con mayúsculas que toma
rotundo a la hembra para gozar y procurarle placer desmedido. Y es en este
punto donde la mujer aprecia siempre la vuelta a lo primitivo.
domingo, 15 de junio de 2014
LÁGRIMAS CALIENTES
Lo que le ocurre a Marisa es
un tema a estudiar. Tras varios años de casada un día descubre una faceta de la
vida íntima de su marido que le pilla completamente desprevenida. Hacía tiempo
que lidiaban con la enfermedad de un familiar. Una noche se encuentran en el
salón hablando del tema y ella, sobrepasada, se pone a llorar. Él entonces la
observa con atención, se sienta junto a ella, le retira el pelo de la cara,
arrastra con el dedo una lágrima que atraviesa su mejilla, le coge de la
barbilla y la besa con profusión. Tras bajar la mano hasta el escote se
enzarzan en una sesión de intenso sexo conyugal que culminan sobre el suelo.
Para ella no es digno de atención hasta que unas semanas después, tras discutir
con una amiga, le narra a su esposo lo ocurrido y se deja llevar por el llanto.
Él cierra la puerta de la habitación, se sienta de rodillas ante ella y le
dedica una mirada de admiración para, a continuación, desabrocharle con calma
la camisa, liberarla del pantalón y tomarla sobre la cama, en un momento lleno
de erotismo y pasión. Es así como mi amiga descubre que hay un punto en el
subconsciente de su pareja que hace que se ponga muy caliente cuando ella
expresa su tristeza. Desde ese momento, y tratando de no pasarse de teatral, lo
agasaja de vez en cuando con alguna escena dramática que tiene lugar tras
relatarle un problema, que algunas veces se ha tenido que inventar, a lo que el
marido siempre responde hecho un animal. Ella ha pensado que quizás tenga que
ver con el gusto de él por las novelas y series de corte medieval, cuando el
caballero valiente debe de salvar a la dama asustada y a la vez ardiente que lo
recibe entregada, consciente de que además de salvada va a sentirse colmada. En
todo caso ha decidido no preguntar, pues está convencida de que una de las
claves del deseo sexual es el componente visual. Y ahí sobran las palabras.
lunes, 9 de junio de 2014
LAS BRAGAS AL BOLSILLO
Ambos sexos por igual, cuando
estamos en pareja y en función del contexto, tenemos tendencia a acotar para
dejar claro al resto hasta donde se puede llegar. A esto se le llama “marcar el
terreno” y su aplicación concreta a la vida real recoge el clásico beso superficial
cuando la pareja de uno llega o se va, la palmada en el trasero de él a ella en
plan casual o el apretón de muslo furtivo de ella a él cuando alrededor el
ambiente es festivo, el sentarse en las rodillas del varón en el momento en el
que se detecta la presencia de otra dama pendón, abrazar por detrás y mordisquear
el cuello de la esposa cuando esta se contonea por la pista de baile con mirada
peligrosa, y una larga lista de movimientos, que proceden del inconsciente, y
que tienen su réplica en el mundo animal, de manera que para todos es algo
habitual. Hace poco una bella mujer comparte conmigo su pequeña estrategia de
placaje destinada a recordarle a su marido, cuando está distraído, que es ella
la que tiene el poder. «No hay nada tan efectivo como quitarte las bragas con
disimulo y metérselas en su bolsillo. Mejor si llevas falda y os encontráis en
plena cena o estáis bailando», me cuenta. Con ese sencillo gesto la interesada
no sólo consigue captar la atención de su pareja, sino que a la vez que lo
“marca” con la prenda íntima, instala en su pensamiento la imagen de esa zona
privada de su cuerpo liberada de la ropa interior, tentadoramente accesible.
«Antes de salir pulverizo las bragas con mi perfume, Trésor de Lancôme, y así
si las toca, cada vez que se acerca la mano a la boca, se multiplica el
efecto», explica. En mi opinión esta técnica posee el componente provocativo y algo
de sofisticación, al aunar en la mente el concepto de promesa, el de
imaginación y hasta un punto de advertencia. Pues, ¿podrá el marido actuar con
coherencia sabiendo lo que le ocurre a su esposa debajo del vestido?
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