viernes, 30 de enero de 2015

RESPIRARSE A UN DESCONOCIDO




Respirar es un acto reflejo que consiste en la entrada de oxígeno en el cuerpo y la salida de dióxido de carbono, un proceso constante que tenemos programado en la mente y que en la mayoría de ocasiones realizamos de manera inconsciente. La protagonista de este relato me cuenta que ha comenzado un curso de meditación cuya técnica se basa en controlar el proceso de respiración, «es muy fuerte, parece sencillo pero una vez que lo tienes presente se convierte en un arma potente. Me ayuda a centrarme, me da poder, además es invisible y lo puedes utilizar en cualquier lugar», revela entusiasmada ante el hallazgo. Tras hacerme una breve demostración me cuenta que respirar es sexy, que ha empezado a conectar con los hombres de una manera más profunda y natural. «¿En serio?», muestro algo de incredulidad. Ella narra una experiencia reciente en la que, y me promete que esto es verdad, mantuvo un encuentro sexual en la distancia con un desconocido. «Me fijé en el sutil movimiento de su vientre oscilando a intervalos y noté de manera muy precisa las subidas y bajadas de mi pecho. De repente sentí que conectamos y visualicé el aire saliendo de mi cuerpo y penetrando en el de él, en una línea invisible pero continua. Ese aire volvió hacia a mi cargado de calor, cerré los ojos y  me invadió una oleada el placer que luego llegó hasta él. Ninguno se movió», me cuenta. Sorprendida con este relato sobre sexo del más allá le pregunto si de verdad fue placentero y si piensa que este tipo de relación puede considerarse una falta de lealtad. Me explica que para ella se trata de otra manera de conectar más elevada, menos adulterada y que queda fuera de la circunscripción de la vida en pareja. «¿Y no os habéis vuelto a ver?», le interrogo. Me confiesa que se dieron el teléfono y que ahora se mensajean por WhatsApp reduciendo, a mi parecer, todo lo expuesto a un asunto de piel.

viernes, 23 de enero de 2015

ANARQUISMO DEL AMOR




¿Se imaginan estar felizmente casados y llevar una vida en familia y poder, además, mantener una o varias relaciones paralelas? Esta premisa, que de entrada les puede resultar escandalosa, es la base de la “anarquía relacional”, un tipo de poliamor propuesto por la noruega Andie Nordgren que plantea una lista infinita de posibilidades a la hora de construir las relaciones con el sexo opuesto. El tema es comentado por una amiga en una cena atrayendo la atención plena del grupo. Los partidarios del movimiento afirman que la monogamia como tal ha muerto aunque no excluyen el modelo de pareja tradicional que convive en un hogar, mantiene un compromiso y cría a los hijos. El manifiesto de la llamada AR afirma que se puede amar a varias personas con la misma intensidad y que el amor que se sienta por una no debe de hacer disminuir el que se siente por el resto. Anima además a ser espontáneo en lugar de cargarnos de obligaciones, a pensar en términos de respeto y a crear un conjunto personal de valores que sirva para interactuar con los otros. «Vamos, que al final, como siempre, se trata solo de sexo», lanza uno de los hombres de la mesa. «¿Por qué dices eso?», se interesa la que expone. «Porque la gente lo que quiere es quitarse la ropa, arañarse la espalda, gemir y gozar. Le puedes llamar pasión, atracción, a menudo intentamos integrarlo en lo que es el conjunto de una relación, se convierte a veces en necesidad y si lo haces a escondidas se le llama infidelidad. Seguramente Andie Nordgren se casó con el tipo equivocado y ahora quiere pasarse a otros por la piedra y darle un sentido. Y eso, más allá de cualquier teoría, es sexo», afirma. Pese a que la respuesta rezuma sexismo en algo tiene razón. El hombre si engaña lo hace a discreción. La dama, en cambio, escoge y medita antes de hacer lo que le da la gana.