El zoólogo Jules Howard hace
una lectura de la vida carnal del mundo animal en su libro “Sexo en la tierra”.
En él se salta los clásicos clichés de la mantis religiosa asesina, del enorme
pene del percebe o del esperma de ballena para adentrarse en terrenos menos
tratados como el fenómeno de los pingüinos de Adelaida, los cuales fornican a
lo bestia a su antojo, saltándose a la torera lazos filiales e incluso
practicando la necrofilia, o bien el cisma acontecido en Estados Unidos en 2013,
cuando se hizo público que 400.000 dólares del presupuesto destinado a la
ciencia se empleaba en estudiar los genitales de los patos. Obama estuvo
durante semanas haciendo frente a las preguntas de los periodistas que,
animados por el inconformismo ciudadano, querían que alguien les justificase
este caro interés por el sistema reproductor “patuno”. El autor explica qué,
más allá del estudio científico por el miembro de un macho que erecta a la
velocidad de una bala, el interés real se centraría en la vagina de las patas,
en forma espiral, y capaz de hacer una criba reproductiva de manera que, si
considera que el pato que la toma no tiene la genética adecuada, prescinde de
embarazarse. Es decir: las patas controlan desde su sistema reproductor los machos
que le convienen. A mi esto me ha hecho pensar en qué ocurriría si nosotras
tuviéramos un radar que nos informase al momento de cuales son los hombres que
de verdad interesan y cuales destinados al divertimento. Así nos ahorraríamos decepciones
y podríamos disfrutar de un “amor con garantías”, o por lo menos seríamos
conscientes de la clase de pato con el que decidimos compartir cama. La única
pega que veo en el sistema es el lugar donde la pata tiene ubicado el sensor.
Sin duda en el caso de la mujer seria más adecuado algo que indicara un nivel
de intimidad menos avanzado, como el brazo o la muñeca.
jueves, 23 de julio de 2015
lunes, 20 de julio de 2015
DEJA QUE TE COMA ENTERITA
Amparo es una dama casada de corte
clásico que vive de manera acomodada cerca de Colón y se mueve en círculos
destacados de la ciudad. Los domingos va a misa en familia, viste con elegantes
prendas de firma y tiene hobbies como el paddle o el bridge. Un día se
sorprende a sí misma moviendo pies y hombros con una canción que escucha en la
radio la chica boliviana que trabaja realizando las labores domésticas en su
hogar. Se trata de un tema de corte sabrosón con marcada percusión en la que un
chico de voz sensual, con un punto canalla, parece susurrarle al oído, “tengo
tu cuerpo grabado en mi mente, estoy loco por verte y de nuevo besarte y aunque
sea un secreto, sé que tú eres mía”. Amparo espera hasta saber el nombre del
cantante y, en secreto, busca el tema en internet y escucha cuando puede ese
“mami, vamos a hacerlo fácil, deja que te coma enterita...yo sé bien como
hacerte feliz”. Se imagina entonces a ese papi de piel oscura agarrándola por
las caderas, ella luce un vestido blanco que se clarea y lleva la melena mojada
y despeinada suelta sobre la espalda desnuda, él la conduce por la pista de
baile de una playa perdida, las piernas de ambos se entrelazan flexionadas, sus
manos le acarician la cintura. Amparo cierra los ojos y reproduce la letra en
voz baja, “tres de la mañana, te sientes sola...quieres calmar el fuego que te
acalora...confiésale, dile que en tu cama está en mi nombre”. Encuentra más canciones del estilo y las
escucha a la hora de la siesta. Tumbada en la cama, la brisa entra por la
ventana, ella deja de manera mental su gran casa del Ensanche y la vida
acomodada para viajar hasta el Caribe y entregarse a los brazos de ese amante,
chulo y deslenguado, que le hace vibrar desde la punta del pie hasta el pelo.
¿Como ese ritmo de entrada inapropiado- se pregunta- es capaz de hacerla llegar hasta el cielo?
viernes, 10 de julio de 2015
LA PLUMA DE VAROUFAKIS
No quiero ser aguafiestas
pero, ¿soy la única que le ve la pluma a Varoufakis? Tras leer varios artículos
de periodistas que confiesan su deseo por el político griego busco en la red y
me encuentro con el pasado no tan lejano de Yanis. Entonces tenia pelo negro y
abundante, pose afectada y esa boca drakúlea que a mi tanto me recuerda a la de
Freddie Mercury. Con los años se ha depurado, musculado y rasurado, pelo yo lo
sigo imaginando entonando Bohemian Rhapsody con el pecho descubierto, la cara
sudada y una capa dorada. El tema me hace pensar en la sexualización de la
política que vivimos y en una conversación reciente que presencio entre un
grupo de mujeres de entre treinta y cincuenta. «A mi me pone un poco pensar en
acostarme con un tío de izquierdas, he leído que aguantan más y que son más
creativos», comenta una. En el grupo se establece el debate y, si bien queda
claro que el pelo largo, las camisas de manga corta o los bolsos cruzados son
asesinos de la libido, a la mayoría les seduce el rollo informal, los brazos
marcados en la camiseta, el tejano algo ajustado, «yo tengo un vecino de
Compromís que da clases en la universidad y tiene manos como de amasar y un
punto entre amable, salvaje y comprensivo. Me lo imagino teniendo sexo del guarro
en la cocina, sobre la mesa, en el sofá. Y yo sin depilar», relata otra. Un
sector de la mesa cree que el hombre de derechas es quizá más sofisticado, en
plan menos pero bueno, y cuenta el caso de una conocida a la que su marido, un
acaudalado empresario de corte conservador, le hace ponerse un arnés
inquietante y cambiar de rol. Algunas opinan que a la mayoría de machos de
izquierdas les falta estilo y ese toque de masculinidad del que dota una
chaqueta bien cortada. Entonces habla una de las damas divorciada: «yo aunque
solo sea para joder a mi ex marido me apunto al sexo subversivo».
jueves, 9 de julio de 2015
POLLO CON PATATAS
Hace poco un amigo le comenta
a otro que tener sexo con su mujer es como comer pollo con patatas, «ya sabes,
como el plato del día, comible, incluso agradable, pero siempre previsible». El
que escucha afirma y sonríe y pasan a comentar la experiencia de un tercero con
su amante y del poder de la novedad, del cuerpo desconocido. Yo pienso si a mi
amigo su mujer alguna vez le pareció un plato de jamón Joselito o un solomillo
y con el paso del tiempo la fue degradando en la pirámide gourmet. En ese caso
la esposa aún podría descender y convertirse en mortadela. En cuanto a la
receta les diré que el pollo con patatas es uno de mis platos favoritos del
cual valoro su enorme versatilidad, pues a la plancha con patata cocida ejerce
de dieta, al horno con patatas asadas cabe en algún banquete y rebozado con
patatas fritas es una apuesta informal y divertida. En defensa del pollo diré
además que dentro de las carnes es de las más saludables, es seguro, universal,
asequible, lo puedes tomar en un hotel de cinco estrellas o en un área de
servicio en la carretera, es el primer alimento sólido que pruebas tras nacer,
lo tomas de niño, de adulto y en la vejez. Resulta sencillo de preparar, es
fácil de conservar, lo puedes congelar, recalentar, reutilizar, y la hora de
comer se puede escoger entre muslo, contramuslo, alitas o pechuga. Quizá mi
amigo no sea consciente de que igual su mujer, ese plato del día, no quiera ser
degustado durante años por el mismo paladar. Que anhele otra mirada, otras
manos delicadas, otra forma de mover la boca, de servir el vino, de pinchar las
patatas, de ser tragada. Lo exótico es un juego evanescente que pone a prueba
nuestra mente. Imagine a un reo condenado a muerte escogiendo
su menú antes de la ejecución. ¿Cree que pediría sashimi de salmón o gambas en
deconstrucción?
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