jueves, 23 de julio de 2015

EL SEXO DE LOS PATOS




El zoólogo Jules Howard hace una lectura de la vida carnal del mundo animal en su libro “Sexo en la tierra”. En él se salta los clásicos clichés de la mantis religiosa asesina, del enorme pene del percebe o del esperma de ballena para adentrarse en terrenos menos tratados como el fenómeno de los pingüinos de Adelaida, los cuales fornican a lo bestia a su antojo, saltándose a la torera lazos filiales e incluso practicando la necrofilia, o bien el cisma acontecido en Estados Unidos en 2013, cuando se hizo público que 400.000 dólares del presupuesto destinado a la ciencia se empleaba en estudiar los genitales de los patos. Obama estuvo durante semanas haciendo frente a las preguntas de los periodistas que, animados por el inconformismo ciudadano, querían que alguien les justificase este caro interés por el sistema reproductor “patuno”. El autor explica qué, más allá del estudio científico por el miembro de un macho que erecta a la velocidad de una bala, el interés real se centraría en la vagina de las patas, en forma espiral, y capaz de hacer una criba reproductiva de manera que, si considera que el pato que la toma no tiene la genética adecuada, prescinde de embarazarse. Es decir: las patas controlan desde su sistema reproductor los machos que le convienen. A mi esto me ha hecho pensar en qué ocurriría si nosotras tuviéramos un radar que nos informase al momento de cuales son los hombres que de verdad interesan y cuales destinados al divertimento. Así nos ahorraríamos decepciones y podríamos disfrutar de un “amor con garantías”, o por lo menos seríamos conscientes de la clase de pato con el que decidimos compartir cama. La única pega que veo en el sistema es el lugar donde la pata tiene ubicado el sensor. Sin duda en el caso de la mujer seria más adecuado algo que indicara un nivel de intimidad menos avanzado, como el brazo o la muñeca.

lunes, 20 de julio de 2015

DEJA QUE TE COMA ENTERITA




Amparo es una dama casada de corte clásico que vive de manera acomodada cerca de Colón y se mueve en círculos destacados de la ciudad. Los domingos va a misa en familia, viste con elegantes prendas de firma y tiene hobbies como el paddle o el bridge. Un día se sorprende a sí misma moviendo pies y hombros con una canción que escucha en la radio la chica boliviana que trabaja realizando las labores domésticas en su hogar. Se trata de un tema de corte sabrosón con marcada percusión en la que un chico de voz sensual, con un punto canalla, parece susurrarle al oído, “tengo tu cuerpo grabado en mi mente, estoy loco por verte y de nuevo besarte y aunque sea un secreto, sé que tú eres mía”. Amparo espera hasta saber el nombre del cantante y, en secreto, busca el tema en internet y escucha cuando puede ese “mami, vamos a hacerlo fácil, deja que te coma enterita...yo sé bien como hacerte feliz”. Se imagina entonces a ese papi de piel oscura agarrándola por las caderas, ella luce un vestido blanco que se clarea y lleva la melena mojada y despeinada suelta sobre la espalda desnuda, él la conduce por la pista de baile de una playa perdida, las piernas de ambos se entrelazan flexionadas, sus manos le acarician la cintura. Amparo cierra los ojos y reproduce la letra en voz baja, “tres de la mañana, te sientes sola...quieres calmar el fuego que te acalora...confiésale, dile que en tu cama está en mi nombre”. Encuentra más canciones del estilo y las escucha a la hora de la siesta. Tumbada en la cama, la brisa entra por la ventana, ella deja de manera mental su gran casa del Ensanche y la vida acomodada para viajar hasta el Caribe y entregarse a los brazos de ese amante, chulo y deslenguado, que le hace vibrar desde la punta del pie hasta el pelo. ¿Como ese ritmo de entrada inapropiado- se pregunta- es capaz de hacerla llegar hasta el cielo?

viernes, 10 de julio de 2015

LA PLUMA DE VAROUFAKIS




No quiero ser aguafiestas pero, ¿soy la única que le ve la pluma a Varoufakis? Tras leer varios artículos de periodistas que confiesan su deseo por el político griego busco en la red y me encuentro con el pasado no tan lejano de Yanis. Entonces tenia pelo negro y abundante, pose afectada y esa boca drakúlea que a mi tanto me recuerda a la de Freddie Mercury. Con los años se ha depurado, musculado y rasurado, pelo yo lo sigo imaginando entonando Bohemian Rhapsody con el pecho descubierto, la cara sudada y una capa dorada. El tema me hace pensar en la sexualización de la política que vivimos y en una conversación reciente que presencio entre un grupo de mujeres de entre treinta y cincuenta. «A mi me pone un poco pensar en acostarme con un tío de izquierdas, he leído que aguantan más y que son más creativos», comenta una. En el grupo se establece el debate y, si bien queda claro que el pelo largo, las camisas de manga corta o los bolsos cruzados son asesinos de la libido, a la mayoría les seduce el rollo informal, los brazos marcados en la camiseta, el tejano algo ajustado, «yo tengo un vecino de Compromís que da clases en la universidad y tiene manos como de amasar y un punto entre amable, salvaje y comprensivo. Me lo imagino teniendo sexo del guarro en la cocina, sobre la mesa, en el sofá. Y yo sin depilar», relata otra. Un sector de la mesa cree que el hombre de derechas es quizá más sofisticado, en plan menos pero bueno, y cuenta el caso de una conocida a la que su marido, un acaudalado empresario de corte conservador, le hace ponerse un arnés inquietante y cambiar de rol. Algunas opinan que a la mayoría de machos de izquierdas les falta estilo y ese toque de masculinidad del que dota una chaqueta bien cortada. Entonces habla una de las damas divorciada: «yo aunque solo sea para joder a mi ex marido me apunto al sexo subversivo».

jueves, 9 de julio de 2015

POLLO CON PATATAS




Hace poco un amigo le comenta a otro que tener sexo con su mujer es como comer pollo con patatas, «ya sabes, como el plato del día, comible, incluso agradable, pero siempre previsible». El que escucha afirma y sonríe y pasan a comentar la experiencia de un tercero con su amante y del poder de la novedad, del cuerpo desconocido. Yo pienso si a mi amigo su mujer alguna vez le pareció un plato de jamón Joselito o un solomillo y con el paso del tiempo la fue degradando en la pirámide gourmet. En ese caso la esposa aún podría descender y convertirse en mortadela. En cuanto a la receta les diré que el pollo con patatas es uno de mis platos favoritos del cual valoro su enorme versatilidad, pues a la plancha con patata cocida ejerce de dieta, al horno con patatas asadas cabe en algún banquete y rebozado con patatas fritas es una apuesta informal y divertida. En defensa del pollo diré además que dentro de las carnes es de las más saludables, es seguro, universal, asequible, lo puedes tomar en un hotel de cinco estrellas o en un área de servicio en la carretera, es el primer alimento sólido que pruebas tras nacer, lo tomas de niño, de adulto y en la vejez. Resulta sencillo de preparar, es fácil de conservar, lo puedes congelar, recalentar, reutilizar, y la hora de comer se puede escoger entre muslo, contramuslo, alitas o pechuga. Quizá mi amigo no sea consciente de que igual su mujer, ese plato del día, no quiera ser degustado durante años por el mismo paladar. Que anhele otra mirada, otras manos delicadas, otra forma de mover la boca, de servir el vino, de pinchar las patatas, de ser tragada. Lo exótico es un juego evanescente que pone a prueba nuestra mente.   Imagine a un reo condenado a muerte escogiendo su menú antes de la ejecución. ¿Cree que pediría sashimi de salmón o gambas en deconstrucción?