lunes, 26 de mayo de 2014

ALEGATO PRO CELIBATO



Un grupo de 26 mujeres ha escrito una carta colectiva al Papa Francisco con la intención de que revise el celibato. Esta señoras, y como detallan en la misiva, “mantiene, ha mantenido o querría mantener una relación sentimental con un sacerdote”. A sus argumentos añaden otro de peso: “El servicio a Jesús y a la comunidad sería desempeñado con mayor fuerza por un sacerdote que conjuga su sacerdocio con la vida conyugal”. Mantengamos la calma. Les pido a estas damas que se pongan en situación y se imaginen que desde el Vaticano levantan el veto y dan vía libre a su amor. Tras los dos primeros años de relación, donde efectivamente el sacerdote en cuestión, y habiendo dado rienda suelta a su contenida pasión, se tomaría su cometido con mayor gallardía y energía sabiéndose amado y esperado en su hogar, irremediablemente llegaría la implacable realidad en forma de hastío, conflictos y celos. El tema del confesionario plantearía para muchas un escollo, ¿o acaso sería de su agrado ver a su amado escuchando susurros, muchas veces escabrosos, de boca de otra mujer con esa intimidad que da la proximidad? ¿Y qué ocurriría con los WhatsApp? ¿Cómo fiarse de un marido que no conecta el dispositivo con la excusa de atender a los feligreses? En caso de conflicto conyugal también habría problemas, ¿sería oportuno acercarse al altar tras una pelea con el típico “tenemos que hablar”? Y pensando en la sexualidad, si en el momento del clímax uno de los dos se lanzara con el clásico “oh Dios mío”, ¿se interpretaría como plegaria habitual o, dado el contexto, podría elevarse a la categoría de pecado mortal? Quizás el hecho de no haber podido ir más allá en su relación prohibida les ha hecho perder la perspectiva en torno al asunto. Por ello animo a estas mujeres a plantearse su postura romántica frente a la espiritualidad desde una perspectiva de practicidad doméstica.


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