martes, 6 de mayo de 2014

LA MEJOR ZONA DE LA CIUDAD




Me comenta una amiga que se tiene que alquilar un piso nuevo para empezar a vivir con su novio. Convencida, me explica que está mirando en el corazón del Cabanyal, pues tiene un amigo del trabajo, un joven diseñador de barba y gafas que vive ahora por allí y, según sus propias palabras “aunque tiene vecinos gitanos y en su calle hay un poco de todo dice que es súper autentico”. Yo cuestiono la vigencia de esa autenticidad que me parece forzada y me imagino a su amigo portando su Mac, vestido con pantalón ajustado de colores y camisa de diseño, enumerando los encantos del lugar a sus visitas con la irritante naturalidad que tratan de proyectar ciertos, y los voy a calificar, creativos autenticistas: “mira, un ultramarinos, allí unos indigentes, ese perro vive en la calle y a veces les doy de comer, allí en la esquina comentan que vive un camello, esa casa está llena de okupas, también hay putas…”, visualizo explicando al joven inquilino hipster, excitado ante ese panorama tan cotidiano y real, que su mente ha exagerado, y que le hace sentirse avanzado y especial. Le doy vueltas al tema de los barrios punteros de esta ciudad y pienso, por ejemplo, en la evolución del Carmen, en su día epicentro de lo alternativo y sometido a un lavado de cara llevado a cabo sin criterio, que ha dado como resultado una suerte de escenario como de cartón piedra, un gueto guiri donde pasean y cenan los visitantes despistados, una zona souvenir. Una de las pocas cosas que se ha preservado es el Mercado Central que, gracias a la espectacularidad del edificio, y a fuerza de ofrecer servicio y calidad, se ha erigido como el templo sagrado de la zona, pese a que los sábados tiene que aguantar el peregrinaje de modernos diversos, que han descubierto en el amor por la gastronomía y en la obsesión por lo tradicional, uno de los pilares de su filosofía. En Ruzafa en cambio el proceso ha sido distinto. Las calles, arregladas con cabeza, han visto florecer numerosos locales sencillos pero decorados con gusto, que han conseguido, me imagino que de una forma consciente, crear su propio ambiente a un precio razonable, huyendo de lo estridente. Otras dos zonas de nueva creación,  Alfahuir y la Avenida de Francia, son una buena opción para aquellos que quieran parques, calles amplias y algo de ambientillo, pero no tengan grandes aspiraciones estéticas. Quién se decanta por el ensanche se va a codear con la clase media trabajadora de bien que busca continuar con la estela de sus padres. Allá por los Viveros, entre Botánico Cavanilles y Jaime Roig, hay pisos grandes y se vive muy bien sin tiendas ni pubs, rodeado tranquilidad. Es perfecto si no te importa salir a pasear y tener que conversar con tu perro. En la zona buena de la Alameda viven ¿diez? familias con solera y dicen que se casan entre ellas, preservando así sus  apellidos de ser mezclados con los del resto. Si no te importa coger el coche para ir a comprar el pan o las compresas, puedes elegir entre las numerosas urbanizaciones que rodean la ciudad. Durante todo el año podrás caminar por tu pequeño terreno, recogiendo pinocha y disfrutando del silencio. Solo. En el caso de que el presupuesto no sea un problema una buena opción es adquirir una vivienda por la zona de Colón, contratar servicio y prepararte para bajar a la calle y encontrarte a todo el mundo en plan arreglado, incluso esos días en los que sales con prisas en mallas y no te has peinado. Hay muchos que no conciben su existencia si no es cerca del río, pues lo asumen como una vía de escape, un reducto natural donde olvidar las presiones urbanas. Yo siempre digo que más importante aún que el barrio son los vecinos, pues conozco a varios que han vivido años amargados por los tacones punzantes de la chica de arriba, los ronquidos del señor de al lado, la trompeta, los jadeos, los berreos o las fiestas de verano de los compañeros de rellano. Muchos dicen que la casa de la infancia es el hogar de la vida. Así tomo la estrofa de un tango de Aníbal Troilo: “Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio. ¿Cuándo? ¿Pero cuándo? Si siempre estoy llegando”

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