El modelo
de ligoteo tradicional se tambalea. Descubro, a través de un estudio reciente,
que una pareja que se conoce y se gusta pasa una media de 42 meses antes de
lanzarse al matrimonio con un gasto aproximado en citas y escapadas de 17.000
euros. En cambio, si esa misma pareja se conociera a través de Internet, el
tiempo estimado de noviazgo sería de 18 meses y el gasto de 9.000 euros. A raíz
de estos datos saco varias conclusiones. 1. Las webs de contactos realizan una
criba fundamental que nos puede ahorrar más de un disgusto. Si uno lee “gótico,
amante de las aves, bisexual”, ya sabe a que atenerse si decide ir más allá. 2.
Las personas sacan lo mejor de sí al principio, lo que puede hacer que uno se
enamore del doctor Jekyll y acabe casándose con Mister Hyde. Conozco más de un
caso y créanme, es un papelón. 3. Los noviazgos son caros. Un amigo me ha
confesado que entre cenas, copas y cines, el polvo le sale de media a 250 euros.
Un dispendio para el que tiene que invertir, así que a veces decide repetir solo
para que le resulte rentable. 4. El estudio no da datos sobre qué es lo que
ocurre tras la boda. Pero, y echando mano de la proporción, si la duración
media de los matrimonios en España es de diez años, los que intiman de modo
tradicional se pueden encontrar recién casados y ya desgastados 5. Certidumbre
sexual. Una de las características de los amantes digitales es que suelen ir al
grano. Lo que se traduce en que en la primera cita se dan unos besos, en la
segunda se meten mano y en la siguiente llevan a cabo todas esas cositas que se
les pasa por la mente. Esto evita frustraciones y ahorra a los sujetos el
trago previo al acto donde solo hay un resultado posible: o das la tallas o
fallas. Así, y en detrimento del romanticismo, considero que Internet es como
un enorme condón sentimental que, y algunos casos, ayuda a ligar más seguro.
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