Estoy de cena con madres del
cole en el restaurante de un amigo. Las conversaciones, como siempre que se
junta un grupito de mujeres, saltan de tema en tema, se mezclan, se superponen,
se marean, aumentan de volumen, se paralizan por una sonora carcajada y vuelven
a enredarse de nuevo. La cosa es que, a raíz de la reciente separación de una
de ellas sale a colación, como no, el tema del amor. La dama soltera se siente
atraída por un hombre más joven que ella, de cuestionable nivel cultural, que
trabaja de manera irregular como masajista. «Me pierden su sonrisa y sus manos,
ya sé que no somos compatibles, pero cuando lo tengo delante se me va la
cabeza», confiesa. Mi amigo, que en ese momento saca los cafés, se lanza a
compartir su experiencia. «Uno se puede quedar colgado de una voz o de unas
tetas. Yo en la universidad me enamoré de un culo. Cada mañana lo veía pasar
camuflado debajo de un vaquero. Aún así percibía su tersura, la curvatura, el
‘toc toc’ que parecía perturbarlo a cada paso para luego volver en décimas de
segundo a su estado natural. Al final lo conocí, lo tuve entre mis manos, lo
admiré de noche, a la luz del día, a la hora de comer, con el reflejo tenue del
atardecer. A veces, caprichoso, le colocaba una flor, o lo utilizaba para
apoyar un libro y leer sobre él. Le compré aceites, cremas y todo un arsenal de
ropa interior, recé por él, le hice cientos de fotografías, incluso le compuse
una canción», relata. «¿Y qué pasó», me atrevo a preguntar. «Que un buen día se
acabó, desacuerdos con su dueña», recuerda con nostalgia. A mi me viene a la
cabeza la propietaria del trasero y como habrá evolucionado su relación con él,
si se llevarán bien, si habrá conocido a otro hombre que se haya prendado de
sus nalgas, y si la historia que nos ha contado es producto del fetichismo o
guarda, como sospecho, grandes dosis de realismo.
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Me pregunto cómo habrá sentado entre las comensales no amigas del restaurador esa confesión y si considerarán apropiada su intervención en plan: "las chicas estamos hablando de nuestras cosas y este machito se entromete en ella para presumir de su(s) conquista(s) universitaria(s) solo porque es amigo de Elena, ¿quién se habrá creído que es?"
ResponderEliminarAtentamente, Manuel.
Osea como hacía para que la chica propietaria del culo no se diera cuenta que lo estaba mirando y como no sabía que tenían una relación de culo a persona
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