El encargado de gestionar los
contenidos de las redes sociales de la Policía Nacional es un cachondo. Se
llama Carlos Fernández y desde su puesto de community manager se ha granjeado
las simpatías de sus miles de seguidores con ingeniosos tweets como “si has
visto algún camello (y no los de la cabalgata) cuéntanoslo…”, u otro en el que advertía de que al cruzar fronteras “los porros, mejor liados”. El tal
Carlos, que parece dominar el idioma juvenil modernero del momento e introduce
en sus textos términos como trendy, hipster, trena o mambo, ha regalado a sus
fans esta semana un mensaje en el que comparte la imagen de un agente macizo,
con los bíceps tan currados que parecen a punto a hacer estallar la tela del
uniforme reglamentario. El tío bueno además lleva pulsera de eslabones, gafas
de sol y tiene los brazos cruzados en un gesto de tipo duro que intimida y
puede recordar a Clint Eastwood a las señoras de cierta de edad, y a Ryan
Gosling a las más jovencitas. El texto que acompaña a la instantánea reza así: “tú y tus necesidades en seguridad sois nuestra razón de ser. Si nos
necesitas, llámanos!”. Las reacciones no se han hecho esperar y no son pocas
las ciudadanas que se han lanzado con
réplicas, algunas de ellas mordaces, a la altura de la foto del estilo “ya me
puede detener”, “que me metan en el calabozo” o “¿es un poli o es un
stripper?”. No puedo evitar pensar qué hubiera pasado si la fotografía hubiera
estado protagonizada por una mujer policía vestida con el uniforme apretado, la
melena suelta y marcando culo mientras acaricia con su mano la porra. Los
comentarios entonces hubieran sido lanzados por cientos de tíos animados por
esa agente caliente que hubiera avivado la versión más “si te pillo te
reviento” de los machos. Ciertos colectivos se hubieran llevado las manos a la
cabeza, miles de mujeres se hubieran declarado ultrajadas y el community
manager de la policía hubiera cambiado su estatus actual de ocurrente y
gracioso por otro de machista y asqueroso, dando por finalizada su etapa de tío
enrollado en el cuerpo.
Esta semana ha circulado por la red un video de
esos que se hacen viral en el que una chica vestida con camiseta y pantalones
ajustados se pasea por las calles de Nueva York durante una jornada. El
objetivo del experimento es comprobar como durante el trayecto, que dura diez
horas, algunos de los hombres con los que se cruza le dedican piropos más o
menos subidos de tono. En total 108. La iniciativa ha sido ideada por la
organización Hollaback! que tiene como fin luchar contra el acoso sexual en las
calles de Estados Unidos. Ahora les planteo el caso al revés. Visualicen que el
que se pasea es un macho atractivo vestido con tejanos y camiseta ajustada.
Traten de imaginar a la larga lista de mujeres que se cruza durante esas horas,
las miradas que le pueden dedicar, las palabras, los grititos de algunos
grupitos. Si hiciéramos el experimento en este caso el video seria tildado de
gracioso y el protagonista, lejos se sentirse acosado, lo más seguro es que
sonriera halagado. Yo misma he sido testigo en más de la ocasión de la llegada
de un policía o un bombero guapo y he visto la reacción de las mujeres del
lugar, dándose codazos, partiéndose de risa y fantaseando con las dimensiones
de determinados atributos. Lo mismo pasa con los camareros, los profesores de
gimnasia y cualquier otro varón que, al margen de su profesión, destaque por su
físico. Esa fantasía colectiva con los uniformes y la autoridad
debe de ser la explicación al por qué en las despedidas de soltera los stripper
casi siempre van caracterizados de miembro de alguno de los cuerpos de seguridad
o de bombero. ¿Quién no se desmelenado alguna vez en uno de estos saraos cuando
ha entrado el boy sujetando la manguera a la voz de “vengo a apagar el fuego”?
Insto a reflexionar sobre el tema y a valorar con perspectiva la diferencia
entre lo que significa acoso y algo que puede ser inofensivo y gracioso. ¿Por
qué nadie graba una pieza sobre las miles de cosas buenas que pasan entre hombres
y mujeres? Igual es que el tema no interesa.
Me ha gustado mucho su artículo. Espero que ningún/a feminista sector melacojoconpapeldefumar le afee la conducta. Un saludo. Atentamente, Manuel.
ResponderEliminar