Yo ya soy fan del pequeño
Nicolás. El jovencito de mirada vivaracha y cara de empollón cuya detención ha rivalizado
en nivel de atención mediática con la avalancha de casos de corrupción, tiene a
medio país pendiente de sus andanzas. Poco a poco se van desvelando detalles de
su corta pero intensa existencia a cada cual más sorprendente: el chalet del
Viso, los escoltas, su estatus de espía, la labor de intermediación entre las
altas esferas, las supuestas llamada al Rey…Luego están esas fotos con
políticos, banqueros y empresarios varios, una cúpula de poder de la que, ahora
que ha sido desenmascarado, parece cachondearse posando con ese gesto de “me
estoy quedando contigo”. Pero Nicolás no está solo. La pieza más fascinante del
caso es su íntima y musa Isabel Mateos, alias “La Pechotes”. De esta joven de
belleza espectacular se sabe que lleva un tiempo trabajando como relaciones
públicas en locales pijos de la capital, que estudia periodismo y, a tenor de
sus fotos de Instagram, que disfruta de una animada vida social. Y poco más. El
brillante Nicolás lo clavó con el apodo que le puso a su amiga, pues lo primero
que llama la atención en la mayoría de instantáneas son esos pechos hipnóticos,
proporcionados, bien puestos, que ella se encarga de destacar con escotes
pronunciados y sostenes con relleno. El poder de esos atributos es tal que
parece haber neutralizado la atención que se ha generado a su alrededor,
sirviéndole de protección frente al resto. En su mirada azul parece leerse un
“a partir de estas tetas no”, y aquellos que se aproximan al tema se sienten
turbados por esas cúpulas, que convierten a la interesada en una especie de
Afrodita poseedora de un poder desconocido. Me imagino que ella ya lo sabrá
pero, al margen de que acabe la carrera, estoy segura de que esos dos pechos la
van a llevar hasta donde ella quiera.
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