El último estreno televisivo
tiene todos los ingredientes para convertirse en un éxito absoluto. Estilo
reality, chicos y chicas sexualmente desinhibidos, un casting que parece hecho
a las seis de la mañana en una discoteca de polígono industrial y lo definitivo,
el elemento clave que se define como la piedra filosofal: el desnudo, a pelo.
Sin pixelados, palabra que se ha revelado como el término de moda. «No pixelan
las tetas, los culos ni los rabos», comentaban unos chicos por la calle. En el
transcurso de la primera entrega una de las concursantes declara a cámara
refiriéndose a un compañero que «no me gustan los pelirrojos con pecas porque
yo me considero pelirroja y no quiero buscar lo mismo, pero sí que me llama la atención
su forma intelectual de pensar». Pese a ello, el chico le confiesa que «tú eres
como la Eva del siglo XXI, que si tatuada, que si tal, más loca que un chorizo».
En una de las tertulias posteriores una
abogada rubia afirma a modo de reflexión que «para desnudar el alma no hace
falta desnudarse por fuera», y una periodista muy seria añade que «los indios
de las tribus iban desnudos hasta que llegaron los occidentales a decirles que
tenían que avergonzarse de su desnudez». En la web del programa destacan lo que
definen como “perlas” e incluyen la frase de la misma chica que les cuenta a
sus compañeros que «lo de Adán y Eva está en el primer fascículo de la Biblia»
y el momento en el que le preguntan por la Alhambra y ella contesta, «¿la
Alhambra o la alambrada?». Cuando yo era pequeña recuerdo
ver en pantalla a les “Monleonetes” sujetando dos huchas a la altura de sus
pechos y la Paella Rusa, con los premios ocultos bajo una langosta o un
caracol. También me vienen a la cabeza las “Mama Chicho”, unas vedettes
italianas que bailaban ligeras de ropa con cosas en la cabeza. En el “Un, dos,
tres” salían unas azafatas sexys en maillot, con enormes gafas de pasta y
escotes infinitos. Y estaba el Euro Millón, con las chicas vestidas de fiesta
que sacaban la bolita y soplaban el número a cámara con tono seductor. Todo
esto puede ser tachado de sexista habiendo dejado en los niños y las niñas del
momento la sensación de que la mujer debe de sacar partido de su cuerpo, de que
es un bonito complemento. Se trata de un tema que a ratos se vuelve candente, que
nosotras tenemos instalado en algún lugar de la mente y que todas sabemos que
aún no está superado. Pese a todo, lo que plantea este reality al desnudo es
mucho peor y más dañino. Los personajes que pasean ante el objetivo no solo
muestran su falta de pudor físico, que ya es lo de menos y que queda como
reclamo fácil para curiosos, morbosos y población general. Lo grave es que
desde la dirección propicien ciertos temas de conversación para demostrar lo
que todos ya sabemos, que además de estar al margen de cualquier tema de cultura
general algunos no saben ni hablar normal. El resultado es éxito de audiencia,
“trending topic” global y un alto nivel de repercusión en diarios, tertulias y
programas que han dedicado horas a analizar los detalles del asunto. Luego
algunos se extrañan de que entre los videos más vistos de la red destaque uno
un mono tirándose un pedo, o el de una chica que aplaude con las tetas o aquel
de unos jóvenes quemándose el pelo con un mechero. Les diré a todos los que
critican y se mofan con las “perlas” de los robinsones sin ropa que no se
sientan superiores ni mejores. El participar de ese teatro barato, el flipar
con la ignorancia ajena, les sitúa en un mismo barco. Si tienen niños en casa
les aconsejo que tengan precaución con el mando de la televisión si no quieren
que en dos días jueguen en los cumpleaños a “tocarse debajo del edredón”, o que
un día su hija llegue y, parafraseando a una de las evas del programa, le
sorprenda con un: «busco un tío con buena economía porque yo siempre
he vivido muy bien…que tenga un buen coche, a poder ser Mercedes o BMW... que
sea un caballero, que siempre conduzca él y que pague las cenas». Pues eso.
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