La noticia de la semana tiene
de protagonista a Leonardo DiCaprio y como decorado el Art Basel de Miami, la
feria de arte molona por antonomasia, uno de los lugares donde mirar y dejarse
ver si te quieres hacer un hueco en el mundillo de los guapos y triunfadores.
La cosa es que Leo, el eterno soltero, el actor crapulón, el rubio talentoso al
que persigue la maldición del Óscar (no tiene ninguno pese a haber estado
nominado en cinco ocasiones), estuvo el sábado de fiesta en el reservado de una
discoteca. Tras tomarse unas copas y alternar el actor salió del local, y aquí
viene la bomba, acompañado de veinte tías. A pelo. «Se fue con veinte chicas.
Leo y veinte chicas. Él es mi héroe», explicaba un testigo estupefacto ante las
preguntas de los numerosos periodistas que se hicieron eco del notición. Casi
nueve millones de entradas en Google después el tema ha dado de si y, si bien
algunos tildan el gesto de forzado dando a entender que el actor solo quiere
resarcirse de la ruptura con Toni Garrn, su última ex, otros han querido
ver más allá tomando el asunto como una afrenta al feminismo. Porque, qué
hubiera pasado, se preguntan, si la que hubiera salido de la disco rodeada de
maromos hubiera sido una mujer. ¿También recibiría trato de estrella?, ¿se
calificaría su acción de hazaña como en el caso del actor o seria tildada de
extravagancia obscena? Yo no puedo evitar pensar en el engorro de tener que
recibir a veinte machos en tu hogar, puliéndose las cervezas, enfrascados en
una ruidosa conversación mientras siguen con detalle lo primero que encuentran
en televisión, mojando la tabla del retrete y, llegado el momento, haciendo
comparaciones absurdas sobre el tamaño de los paquetes. No obstante, dudo que a
Leo le haya ido mucho mejor con su harén discotequero pues, ¿alguien conoce a
alguna mujer a la que le guste compartir conquista?
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