¿Se imaginan estar felizmente
casados y llevar una vida en familia y poder, además, mantener una o varias
relaciones paralelas? Esta premisa, que de entrada les puede resultar
escandalosa, es la base de la “anarquía relacional”, un tipo de poliamor propuesto
por la noruega Andie Nordgren que plantea una lista infinita de posibilidades a
la hora de construir las relaciones con el sexo opuesto. El tema es comentado
por una amiga en una cena atrayendo la atención plena del grupo. Los
partidarios del movimiento afirman que la monogamia como tal ha muerto aunque
no excluyen el modelo de pareja tradicional que convive en un hogar, mantiene
un compromiso y cría a los hijos. El manifiesto de la llamada AR afirma que se
puede amar a varias personas con la misma intensidad y que el amor que se
sienta por una no debe de hacer disminuir el que se siente por el resto. Anima
además a ser espontáneo en lugar de cargarnos de obligaciones, a pensar en
términos de respeto y a crear un conjunto personal de valores que sirva para
interactuar con los otros. «Vamos, que al final, como siempre, se trata solo de
sexo», lanza uno de los hombres de la mesa. «¿Por qué dices eso?», se interesa
la que expone. «Porque la gente lo que quiere es quitarse la ropa, arañarse la
espalda, gemir y gozar. Le puedes llamar pasión, atracción, a menudo intentamos
integrarlo en lo que es el conjunto de una relación, se convierte a veces en
necesidad y si lo haces a escondidas se le llama infidelidad. Seguramente Andie
Nordgren se casó con el tipo equivocado y ahora quiere pasarse a otros por la
piedra y darle un sentido. Y eso, más allá de cualquier teoría, es sexo»,
afirma. Pese a que la respuesta rezuma sexismo en algo tiene razón. El hombre
si engaña lo hace a discreción. La dama, en cambio, escoge y medita antes de
hacer lo que le da la gana.
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"La dama, en cambio, escoge y medita antes de hacer lo que le da la gana."... y luego, generalmente, no lo hace.
ResponderEliminarAtentamente, Manuel.