«¿Sabéis quien es una morena
delgada y estilosa que va con un mini oscuro?» –pregunta la otra tarde una del
grupo. «Dices una con muchas tetas que a veces vemos en ese garito de Conde
Altea» – añade otra. «¿La alta que a veces se sentaba en la terraza con un
perro grande?» –se interesa una tercera. «El perro no era suyo, era de uno con
el que estaba liada, un constructor buenorro» – aclara la primera. Todas prestamos
atención a la elaboración del retrato robot de esa desconocida cuya vida nos
resulta de repente tan intrigante. «Iba al gimnasio de Lorena. Dice que tiene
un tipazo increíble, que las tetas son puestas pero muy naturales. Y la barriga
plana» –aporta otra. «Conozco a varios de la facultad que estuvieron colgados
por ella. Era bastante inaccesible, pero mira, tanto esperar y está soltera» –añaden.
Entonces una explica que la chica en cuestión vivió un tiempo en la misma finca
que su hermana cuando se casó, y a su cuñado y al resto de amigos les parecía
un súper pibón. Que durante esa temporada fueron varios (y algunos de ellos
conocidos) los que pasaron por su casa. Que una vecina cotilla y mayor que
vivía en el piso de al lado, le dijo que muchas noches la escuchaba gritar, y
luego añadió guiñándole un ojo: «y no precisamente de dolor». También dice que
le han dicho que le gusta la variedad y que muchas veces los trata sin piedad.
Que los tíos se quedan completamente colgados y que no le importa si están solteros,
casados o separados. «Yo hace ya tiempo que no la veo, igual se ha marchado de
la ciudad, tiene alopecia o está embarazada» –comenta una esperanzada. «No se
ha ido» –asegura la que ha iniciado el tema levantando la voz. «¿Y como lo
sabes?» –preguntamos. «Es la nueva compañera de despacho de mi marido» –
sentencia . Tras guardar un minuto de silencio una al fin suelta: «yo sí que
creo que se nota que las tetas son puestas».
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