Cameron Díaz, (estrella de
Hollywood, 41 años, rubia, divertida, cuerpazo) ha declarado recientemente, y
cito de manera textual: «todas las
mujeres se sienten atraídas por otra en algún momento». La actriz ha asegurado
además que es natural apreciar a las personas del mismo sexo, que las mujeres
son “absolutamente hermosas”, y ha añadido una confesión final: «con hombres,
mujeres y sola, adoro el sexo». Es seguro
que sus palabras, que pueden resultar escandalosas, consiguen excitar al total
de la población masculina mundial. Pues el sueño de casi todo hombre, más allá
de sus creencias, profesión o nacionalidad, es imaginarse a dos damas piel con
piel, sentadas sobre la cama rodeadas de una luz tenue. Su mente recrea que ambas
están buenas, son femeninas y lucen una larga melena que les cae por la espalda
ligeramente bronceada. En la habitación además, y pese a que funciona un ventilador,
hace bastante calor, por ello está bañada de una suerte de bruma estival que
difumina la imagen y salpica sus rostros de pequeñas gotas de sudor. Ellas dos
pelean enjugazadas riendo, tirando la cabeza hacia detrás, rozando sus pechos
proporcionados y bien colocados que se retan de frente, desafiantes. Lo que no
sé si sabe Cameron Díaz, que desde ahora ya está considerada bisexual, es que
ha disparado las fantasías de los varones a un nivel estratosférico y brutal, colocándose
a la cabeza de la lista de calentones con el tema: “Cameron, su amiga, la
botella de agua helada y la espalda mojada”. Lo que no saben ellos (y disculpen
si me cargo el mito) es que la escenita se aleja completamente de la realidad.
No conozco a ninguna mujer heterosexual que se haya sentido atraída por otra en
plan carnal y, las que alguna vez comparten cama, lo hacen para ver películas
bajo el edredón, leer revistas, comer helado y comentar lo bien que se duerme
de vez en cuando sin un tío al lado.
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