Leo en prensa la noticia
creada por la polémica en torno al “hotel del sado” que tratan de abrir en
Vilafranca del Cid, Castellón. Tras publicarse los detalles del nuevo
alojamiento en una conocida página BDSM, iniciales que se refieren a las
palabras Bondage, Disciplina-Dominación, Sumisión-Sadismo y Masoquismo, los
responsables del ayuntamiento han puesto el grito en el cielo al conocer el
tipo de actividad del local, para la cual se han montado unas mazmorras de lujo
con anclajes para suspensión y potros de tortura. El consistorio ha alegado
además en un comunicado tener reparos con la proximidad entre el hotel sado y
el santuario de la Mare de Déu del
Llosar, patrona de Vilafranca. No debe de ser sencillo estar rezando y a la vez
imaginando a esas parejas enfundadas en cuero, metidas en su celda en modo
pervertido, infringiéndose dolor consentido en nombre del placer. A mi me viene
a la cabeza que con el estreno a la vista de la versión cinematográfica de “50
sombras de Grey”, la apertura del establecimiento podría erigir al pequeño
pueblo de Castellón como nuevo epicentro del sexo duro, lugar de peregrinación
de aquellos devotos de la dominación que podrían además adquirir souvenirs y
disfrutar de la gastronomía de la zona. ¡Es un disparate!, pensarán. Momento en
el que yo aprovecho para hacer memoria de algunas particularidades que han
ocurrido en la comunidad. A modo de introducción me remitiré al año 1995 cuando
Francisco Álvarez Molina tomó el cargo de consejero y director general de la
Bolsa de Valencia. Durante una ponencia el matemático e ingeniero, ante la
pregunta de por qué sin tener vínculos con la ciudad había decidido aceptar el
cargo, manifestó el reto que le suponía trabajar en una comunidad en la que sin
haber madera, en el caso de Valencia, estaban los mejores fabricantes de
muebles, sin tener arcilla en Castellón se habían erigido las mayores
azulejeras de España y sin criar reses, la zona de Alicante se había convertido
en una de las principales potencias del curtido. Así el alto directivo
consiguió resumir con este breve resumen la evolución de numerosas generaciones
que, influenciadas por el espíritu comercial fenicio y griego, consiguieron
cristalizar en un perfil antes llamado “busca vidas” y hoy denominado
emprendedor. Lo más gordo, y que quizás no sepan, es que el origen de la
Coca-Cola pueda estar en Aielo de Malferit donde, en 1880 se creó la “Nuez de
Kola Coca”, un licor dulce cuyos creadores, los fundadores de la fábrica Micó,
presentaron en una feria de bebidas en Filadelfia. Allí John Pembelton, al que
se le atribuye la autoría, se habría hecho con la formula del que hoy es el
refresco más importante del mundo. Por un tema de patentes la familia Micó
nunca se llevó el mérito ni la pasta pero ahí queda la sensación de haber
cambiado la historia. El tema de la horchata también es digno de mención. Desde
Valencia hasta el mundo el brebaje obtenido de un pequeño tubérculo ha hecho
celebre al pueblo de Alboraia, convirtiendo la bebida de chufa en producto de
culto, descubierto cada año por millones de turistas que vibran al mojar el
fartón. La población de Xátiva es una
de las máximas potencias en fabricación de ataúdes a nivel nacional y en Alcoy
se hicieron famosas las aceitunas rellenas sin olivos, sin mar. En Ibi se
produjo el boom de los juguetes y Onil monopolizó el negocio de muñecas con las
que conquistó el mercado más allá de nuestras fronteras. La habilidad de los
artistas de la zona hizo evolucionar el rito mediterráneo de acumular y quemar
madera hasta el noble arte de construir una falla, con los espectaculares
ninots, la ironía y el enorme trabajo de ingeniería que supone plantar uno de
esos monumentos que más tarde perecerán bajo el fuego. Por ello les insto a
reflexionar acerca de nuestra forma de estar en el planeta y les animo a mirar
a su alrededor en busca de esa oportunidad que, aunque de entrada pueda sonar
disparatada, quizás termine siendo la gran campanada. Porque en esta tierra,
aunque a muchos les pese, hay madera.
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