lunes, 11 de agosto de 2014

EL TRABAJO Y LO DE ABAJO



Internet, y en concreto esa famosa red social profesional, ofrece una vía de escape para aquellos que quieren echar una canita al aire sin ensuciarse las manos. Les cuento la experiencia de un amigo. Hace tiempo que él mantiene una relación cordial vía mail con una chica de su empresa a la que nunca ha visto en persona. Lo que empezó como un contacto estrictamente formal, basado en el intercambio de informaciones profesionales, derivó poco a poco en algo más casual, con un “¿cómo estás?”, al inicio de algunos mensajes, y hasta algún “beso” clandestino al final de algún correo. Mi amigo, curioso, buscó en la red algunas fotos e informaciones de la interesada. Descubrió que era más o menos de su edad, que estaba casada y, aquí un punto determinante, que estaba buena. A partir de ese momento, como si fuera un león, empezó a rondarla con más interés, buscando excusas para contactar, siendo amable, divertido, cómplice, comprensivo. Un día ella le expone un breve dilema personal relacionado con la compra de un coche y termina su texto con un “¿tú que harías?”. Él, que está solo en casa y se ha bebido dos copas de vino para recibir la noche, se pone al teclado, cierra los ojos pensando en ella y escribe: “yo te prepararía una cena, te llevaría al sofá, te arrancaría las bragas y te sentaría encima mío, mordiéndote en el cuello, recorriendo tu pecho con la boca ”. Tras esto pulsa al “enviar” y se queda mirando la pantalla algo cortado y enormemente excitado. Una hora después recibe una respuesta de ella contundente, breve y a sus ojos sorprendente: “pensaba que nunca lo harías, ¿qué me vas a preparar para cenar”. Ahora mi amigo disfruta de una relación vía chat de alto voltaje y ha desarrollado una teoría muy completa sobre como el entorno profesional-virtual ha pasado a convertirse en fuente de oportunidades para aquellos que anhelan algo más.




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