El poder de la imaginación y los dobles entendidos pueden
convertir un momento muy normal en algo de lo más entretenido. Me encuentro
recostada en el sofá tras la comida de Navidad. En la mesa contigua prima y
cuñada departen junto al resto disfrutando del champagne, los turrones y la
agradable familia. En un momento dado y cuando estoy dispuesta a entregarme a
la inminente siesta, llega hasta mis oídos la siguiente conversación: “A mi me
encanta la combinación, tienes que abrir así el higo, separas las dos partes
con los dedos, introduces la nuez en la zona más jugosa y te lo metes todo en
la boca” –comenta una. Yo, que estoy medio traspuesta, no puedo evitar evocar el
símil mental de connotación sensual. Ellas siguen. “Pásame otra a mi ¿no sabes
cascarla con las manos? Mira, la coges con fuerza y la aprietas así” –dice la
otra. “Ahora moja la punta del dátil en azúcar y lo chupas de arriba a abajo” –
replica la primera de nuevo. “¿Habéis probado a ponerle nata? Yo he llegado a
hacerles un agujerito, rellenarlos con el pitorro y comérmelos enteros, notando
la explosión en la lengua” – comenta una tercera. Ellas ríen desinhibidas y
oigo discurrir el champagne en los vasos de fino cristal. Entonces cierro los
ojos y visualizo el momento, las tres recostadas en una suerte de terma romana,
liberadas de ropa, llevándose a la boca dátiles, nueces, higos y pasas,
mientras un fornido esclavo humedece sus cuerpos con agua tibia y aceites en
una bacanal gastro sensorial cuyo único final pasa por el contacto carnal entre
esas damas caprichosas, lujuriosas, desbocadas. “Estoy piripi” –comenta una de
repente, cortando de cuajo la fantasía que tengo en mente. Me obligo a mirar la
escena que no tiene nada de obscena, la veo levantarse de la silla a duras
penas mientras las otras picotean frutos secos de la bandeja. Comienzan a
hablar del tiempo, del mantel, de las manchas de vino, y yo me recuesto de
nuevo, ya sin escuchar, reconfortada por la apacible tranquilidad del hogar.
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Si prestamos la atención necesaria, cualquier conversación se puede llevar por el mal camino. Se nos va el santo al muslo con demasiada facilidad...
ResponderEliminarSaludos.