domingo, 16 de junio de 2013

NO TE QUITES EL SOSTÉN




Susana estaba encantada de estar beneficiándose a Andrés, un padre del colegio separado algo más joven que ella, hasta que una noche en su casa después de una hora de sexo, él se apoya en su regazo y le suelta cariñoso: “me ha encantado, mamá”. Ella, espantada, no está segura de haber oído bien y lo mira intrigada. “¿Qué has dicho?” –pregunta. “Que ha estado genial” –responde él. Sólo dos días después se encuentran en el sofá en plena sesión de magreo. Ella comienza a besarle por el abdomen cuando Andrés le suelta: “más abajo mami”. Susana se incorpora y lo mira cabreada. “Me has llamado mamá. ¿Esto de qué va?” –le interroga. “Nunca había estado con alguien más mayor, a mi me parece muy sexy, te conservas fenomenal” –responde. Las palabras “conservas” y “mayor” comienzan a rebotar en la cabeza de ella de manera insistente y la hacen sentir de repente como una arpía depravada abusando de un menor. Entonces, para su sorpresa, ocurre algo aún peor. “Si quieres déjate puesto el sujetador, es mejor, queda el pecho más bonito” –le sugiere. Sin dejar de mirarlo a los ojos se pone de pie y se quita con un gesto el sostén mostrando en plenitud toda su desnudez. “Mira, idiota, como podrás comprobar estos pechos están bien derechos, cosa que tú deberías plantearte, pues entre todo ese pelo que tienes en la barriga no se distingue bien el origen de esos dos pellejos que te cuelgan ahí arriba. La zona entre el cuello y la barbilla que tienes como abultada, se llama papada. Y a esa superficie plana de tu cabeza donde refleja la luz, le dicen calvicie” –le informa sin inmutarse. Andrés la observa sin saber qué decir mientras ella se termina de vestir. Justo cuando va a salir por la puerta se gira para despedirse: “¿Sabes qué te digo cariño? Entiendo que con ese tamaño te sientas como un niño”.

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