miércoles, 5 de junio de 2013

DEPREDADORES DE TEMPORADA



“Me han dicho que hay una plaga de ratas gigantes en el barrio” –me comenta una vecina. “Son largas, como pardas, tienen dientes afilados. Cuentan además que el otro día una de ellas se comió un bebé de gato” –asegura. “Joder, que asco” ­–le digo. “Yo creo que salen de allí” –señala apuntando a una zona donde se agolpan los contenedores. “También me han contado que hay alguien que anda envenenado  a los gatos. En las últimas semanas han aparecido varios muertos” –susurra. Aterrada, me imagino atacados por una peste demoledora, en una estampa fatal, terminal. Luego me viene a la mente la imagen de un asesino brutal, un gaticida empeñado en terminar con la fauna de la zona. Sólo dos días después llaman a mi puerta y al abrir me encuentro delante de una chica muy amable pero con un punto inquietante. Mientras se presenta estira un brazo y me entrega un folleto en el que pone escrito en mayúsculas: desinsecte su hogar. “¿Tienen cucarachas?” –me pregunta. “Alguna, lo normal” –respondo desconcertada. “La ciudad está infectada” –afirma. Y me habla de otra plaga, esta vez protagonizada por una nueva especie de cucaracha llamada Supella a la que le gustan los ambientes secos y sacia su apetito comiendo la cola de encuadernar los libros. “Una amenaza más para la crisis editorial creciente” –digo riendo de mi ocurrencia. A la chica no debo parecerle nada elocuente y me mira sin pestañear. “Me tengo que marchar. Le aconsejo que no tarde mucho en llamar, cuando llegue el calor va a ser mucho peor” –concluye. Cierro la puerta y me dirijo a la estantería con cierta aprensión para comprobar si ese insecto recién llegado se ha instalado en mi biblioteca. Parece que no, no obstante retiro a Paul Auster y a Nabokov a un lugar más seguro no sea que esos bichos destructores compartan conmigo el gusto por los mismos autores. Impactada por la muerte de los felinos, las cucarachas y la invasión de los roedores, me encamino a una droguería por la zona de Algirós con la intención de hacerme con trampas, insecticida y algún veneno mortal. Hablando con el dependiente me pregunta en qué calle vivo. Se lo digo. “Ahí tienen mucha palmera” –afirma. “Si, ahora están preciosas” –le digo. “Creo que este año no han fumigado y hay bastante picudo” –me cuenta. “¿Picudo? ¿Está seguro?” –me intereso. “Ese escarabajo es terrible, hace años que está arrasando con las palmeras de la ciudad. Una vez que las invade es irreversible” –sentencia. De vuelta a casa me paro un segundo a examinar las palmeras en busca de indicios del bicho y me propongo llamar al ayuntamiento con el objetivo de que les apliquen algún tipo de tratamiento. Paso por casa de un vecino a comentar el asunto y me cuenta algo más: “He visto tres veces a una pareja haciendo fotos de los gatos en plena calle. Primero pensé que eran amantes de los animales, pero al observarlos esta mañana me he dado cuenta de que son los asesinos, de que los matan con saña” –me cuenta mientras observa medio oculto en la cortina por la ventana. “¿Están ahora?” –le pregunto con curiosidad. “Que va, miro a la vecina, estoy totalmente entregado. Además, no lo podría decir con seguridad pero creo que se ha separado, hace como un mes que a él no lo veo” ­–afirma. Miro donde él y veo a una chica guapa y morena tendiendo la ropa con un ligero vestido estival y su larga melena perfilando su rostro. Los ojos del vecino la siguen con detalle y yo pienso que en el barrio además de ratas, cucarachas, picudos y gatos muertos, tenemos este buitre depredador en espera de una crisis conyugal decidido a clavar sus garras en alguna dama despechada.
El resto de la semana dedico algo de tiempo a colocar algunas trampas por la casa temiendo, cautelosa, encontrarme con alguna de esas ratas espantosas. En tiempos turbulentos aumentan los recelos entre especies y se instala una suerte de libertinaje motivada, en este caso, por el calor que en estas fechas se instala en la ciudad. La llegada del verano trastoca nuestras pulsiones y nos puede inducir a tener extrañas reacciones. En casos de pasión o muerte, una vez más se impondrá la ley del más fuerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario