Leo un artículo sobre
“Nymphomaniac”, la nueva película de Lars von Trier cuya particularidad reside,
además de en las cinco horas de duración, en la inclusión de sexo explícito a
raudales. La novedosa fórmula, patentada por el director, consiste en utilizar actores
de primera fila como Uma Thurman, Willem Dafoe o Christian Slater, de cintura
apara arriba, y a profesionales del porno haciendo el trabajo a partir del
ombligo para abajo. Gracias a la magia de lo digital el resultado visual será
una sucesión de escenas, con alto contenido sexual, protagonizadas por
superestrellas. El mes pasado acudo al cine a ver “La Vida de Adele”, una
historia de iniciación adolecente en la que sus dos protagonistas dan rienda
suelta a la pasión con escenas tan realistas, que más recuerdan a una
prospección que a la manifestación física de su amor. Un grupito de señoras y
un matrimonio mayor abandonaron la sala a mitad de proyección impactados, me
imagino, por lo crudo del asunto. Uno de los estrenos más esperados de la temporada
es el de “Don Jon”, la historia de un adicto al porno protagonizada por
Scarlett Johansson y hace un par de años el gran Michael Fassbender era
aplaudido por su papel de máquina del sexo en “Shame”. El acontecimiento
cinematográfico más esperado, que casi se ha convertido en asunto de estado, es
la adaptación al cine de “50 sombras de Grey” y todo lo que tiene que ver con
el tema: las quinielas sobre el reparto, el guión, la idoneidad o no de sus
protagonistas y la piedra filosofal del asunto: ¿cómo llevarán a cabo las
escenas de sexo? ¿hasta donde serán capaz de llegar? ¿se ceñirán del todo a lo
escrito?. A lo largo de la historia del cine comercial, hemos pasado de tener
que ir a Perpiñán a ver “El Último Tango en París” o “Emmanuel”, a los dos
rombos que indicaban material prohibido, hasta dar con propuestas más lanzadas, rompedoras en su
momento, como “Nueve Semanas y Media”, “Instinto Básico” o aquí en España
“Jamón, Jamón”, en las que se creaba el contexto erótico y se calentaba motores
para enseñar al fin un pezón o un trocito de miembro.
Hasta ahora el esquema normal
venía a ser mostrar el antes y el después dejando a la imaginación todo aquello
que tuviera que ver con la acción. A mi, que soy ajena al mundo del porno, no
deja de llamarme la atención como resulta tan normal una escena de tortura,
donde el plano se recrea en el sufrimiento loco del interrogado, o un disparo a
bocajarro, una paliza, violación, matanza o cualquier escena de violencia, y la
censura se vuelve loca cuando se trata de cuerpos desnudos, de fluidos, de
piel, suspiros y besos en la boca. Me pregunto si en el Actors Studio, escuela donde
las estrellas del futuro aprenden a recitar, gritar, bailar, cantar, disparar y
mirar a cámara dependiendo de la ocasión, se incluye entre sus asignaturas
algún tipo de aprendizaje para hacer el amor de manera creíble. El asunto ha encontrado
su salida natural como si fuera un caballo desbocado o una explosión fecal. El
resultado es que el sexo está saliendo de la clandestinidad emergiendo, poco a
poco, de los círculos oscuros y embrutecidos de la pornografía y el inmenso
contenedor con material de bajo presupuesto y amateur que alberga Internet. La
noticia ahora ya no reside tanto en el qué sino en el cómo. Los audaces
creadores que lanzan este pulso a la sociedad y se atreven a tratar con
pertinencia la sexualidad, deben de lidiar con productores, distribuidores y
censores para poder mostrar su trabajo dentro de un contexto de normalidad. Por
ello el polémico Lars von Trier ha debido de claudicar al ceder a las
distribuidoras la decisión sobre el montaje final.
Antes del verano se anunciaba
la propuesta, por parte del gobierno, de volver a incluir los dos rombos por
aquello de indicar la calificación por edad y muchos se escandalizaban. A mi me
parece que es como la zanahoria del burro. ¿Qué importancia tiene un indicativo
arriba de la pantalla cuando los límites los tiene integrados el asno dentro de
su barriga?
¿Alguna duda de que el sexo vende?, aún así no me voy a tragar 5 horas de Lars von Trier, ni por todo el viagra del mundo.
ResponderEliminarFeliz semana.