domingo, 19 de agosto de 2012

CIUDAD DESIERTA




La semana que termina vuelvo a la ciudad por espacio de dos días para arreglar unos asuntos. Llego al puerto y la primera sensación es una bofetada de calor, sin previo aviso, que me atrapa húmedo y poderoso para sumirme en un estado de fatiga y aturdimiento. La luz, brillante y dorada, parece proyectada por reflectores profesionales destinados a crear la ilusión óptica de un antiguo videoclip en Abu Dhabi. Esta sensación aumenta cuando tomo la avenida Baleares y la encuentro desierta, sin un solo peatón surcando sus aceras. “¿Pero donde está todo el mundo?” –me pregunto. Pues en esta ocasión muchos, debido a la crisis, anunciaban el rotundo credo: “este año yo me quedo”. En mi barrio la única señal de vida se da en el locutorio, donde los dos propietarios uruguayos beben mate junto a la entrada. “¿Cómo va? –les digo. “Nada” –me contestan. “Aquí no quedó ni Dios.” –confirman. Dejo el coche en el parking y a la salida descubro al agradable conserje trabajando en una avanzada maqueta del Miguelete. “Menudo trabajo” – lo animo. “Gracias. El suyo es el segundo coche que aparca hoy ahí abajo.” –me informa. Al entrar en casa me encuentro con una montaña de publicidad y en la zona de la entrada, los restos de un exterminio: más de diez cucarachas yacen sin vida intoxicadas por las trampas que dejé preparadas. Mi vecina tenía razón. Este año, por falta de presupuesto, han pospuesto la fumigación. Me pego una ducha y me dirijo al centro, donde he quedado para una reunión. Y si, lo confirmo, lo que digo es cierto: ¡¡Colón también se encuentra semi desierto!!. Camino por la acera caliente, un pesado aire me abrasa, me paro en un semáforo y me parece tener un espejismo. Una bruma de polvo parduzca se levanta ante mi. De entre la nebulosa veo surgir una silueta que avanza implacable. Un ser inquietante con vendajes en el rostro y caminar irregular vaga en mi dirección. “¡Zombis!” –me digo aterrada. “La ciudad ha sido tomada por una horda de muertos vivientes que amenazan nuestra integridad” – confirmo antes de disponerme a correr. Entonces escucho una voz: “¡Elena!”. Miro perpleja a la extraña criatura que levanta una mano a modo de saludo. “Soy Bea.” –se identifica. La veo aproximarse con cautela. No me lo puedo creer. Se trata de una antigua compañera de gimnasio con la que coincido a veces en el rio. “¿Qué coño te ha pasado?” –le digo impactada. La siguiente hora la pasamos en una cafetería de Hernán Cortés. Allí me confiesa que ha aprovechado las tres semanas de vacaciones para hacerse un par de retoquitos. “Michelín, papada y patas de gallo” –señala orgullosa los vendajes. “Tres semanas recluida, recuperando, y en septiembre, la reina del mambo.” –ríe contenida. “Vaya tela, tu entonces no tienes problemas de pela” –le suelto curiosa. “Que va, la clínica de estética me da la financiación”. –me informa. Y resulta que no es la única, pues me pasa el nombre de varias señoras, que se encuentran el mes de agosto fuera de circulación, con la excusa de cualquier viaje, cuando la realidad es que se encuentran en proceso de reciclaje. Me despido de mi amiga deseándole una pronta recuperación.
Tras cumplir con mis cuitas busco plan para la noche, pero antes, paso en coche por la Fnac para comprobar que allí, todo sigue igual. Lectores y amantes del cine, ajenos a la piratería, comparten pasillo con fanáticos e inadaptados, esperando lo último en series para comentar en las redes. De camino al italiano, en Conde Altea, las calles me parecen de repente animadas. Por la noche el ambiente es diferente, respiro cierta transgresión, un leve aroma a extrarradio portuario, como en una ciudad sin ley, en un receso del invierno, sin vigilancia, donde imperan las bajas pulsiones y se levanta la veda para todo el que se queda. Al día siguiente me vuelvo a marchar y me llevo la sensación inquietante de que allí está ocurriendo algo interesante. A mi vuelta prometo investigar lo ocurrido, pues lejos de resultar aburrido, me parece estimulante. Cuando el gato no está, los ratones bailan. Y más allá de viajes, dinero, grandes gestas sexuales o el lugar donde uno viva, lo importante es tener una correcta perspectiva.

1 comentario:

  1. Uf, parece el principio de "Abre los ojos" en su versión Guillem de Castro. Sospecho que este año el mes de agosto ha sido un clásico de los de antaño, crisis aparte.

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