Pese a que el instinto humano es un elemento poderoso, la
predisposición personal o la misma efusión, nos pueden conducir a la más
tremenda confusión. Miriam conoció a Gonzalo en una inauguración. Tras unos
minutos de conversación le resultó apuesto y sensible. “Un tío atractivo, culto
y atento en esta ciudad. Para mi es la gran novedad” –les contó a sus amigas.
Motivado por su personalidad afín, Gonzalo la invitó a comer, al cine, al
teatro y a alguna que otra exposición. Siempre correcto, siempre cortés, siempre
halagando la belleza de ella que, impresionada ante su nueva adquisición, se
dejaba querer esperando en cada cita la anhelada consumación. Una noche la
invita a cenar en su bonita terraza. Allí le muestra un imponente telescopio de
dimensiones profesionales, y tras el menú marroquí y los mojitos posteriores, aprovechando
que el cielo está despejado, le enseña las constelaciones. “Mira, la Osa Menor,
Casiopea, Cefeo, la Cruz del Sur, la estrella Spica…” –le ilustra él. Ella, excitada
ante tremenda exhibición, se va al baño donde se envalentona y decide salir sin
ropa y tumbarse en una hamaca en posición sugerente. Él sigue con el ojo puesto
en el visor. “Allí veremos a Géminis, León y Orión” –continua. Ella se lanza
entonces y suelta: “Y justo de frente darás con la loba caliente”. Gonzalo al
verla de esa guisa da un respingo. “¡Miriam! ¿Qué haces? Disculpa pero algo has
entendido mal, yo soy homosexual” –explica turbado. Ella se cubre cortada. “¿Y
por qué tanto interés, tantas llamadas y atenciones?” –pregunta. El contesta
mirando al suelo: “De verdad no he querido ofenderte, con mis últimas citas no
he tenido mucha suerte”. Ella, que parece detectar en sus palabras una
invitación, se levanta y le coge por detrás. “Quizás te apetezca indagar en
alguna otra disciplina. Yo puedo ser muy masculina” –le susurra al oído. Esa
noche ambos decidieron probar y mantuvieron una relación estelar. Más tarde
Miriam explicaría: “Creo que hay que experimentar, aunque eso implique que no
me pueda volver a sentar”.
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No, no, como se suele decir, los experimentos con gaseosa. Yo quiero seguir pudiéndome sentar a gusto...
ResponderEliminarSaludos.