Ligar vía Internet se ha convertido en algo habitual de un
tiempo a esta parte. Muchas son las páginas en las que inscribirse para conocer
candidatos a satisfacer nuestras apetencias o simplemente saciar la curiosidad,
el aburrimiento o quizás convertirse en puro divertimento. La teoría en sencilla:
cuelgas tus datos personales, puntualizas tus preferencias, escoges una foto en
la que salgas decente y voilá!, te
encuentras de frente con todo un universo de hombres y mujeres que,
independientemente de su edad o situación buscan, en la mayoría de casos,
pegarse un buen revolcón. Pero ¿qué hay de la práctica?. Porque una vez cerrado
el asunto, yo me pregunto: ¿cómo serán las citas?, ¿se pasará por el tentadero
o se irá directamente al magreo?. La respuesta la tengo durante una cena con
amigos en el barrio de Ruzafa. A los postres Manuel, soltero desde hace unos
años, nos resume sus andanzas en una frase muy escueta: “Desde que me apunté en
esa página para ligar no he dejado de mojar”. Yo le pido que me informe, pues
tengo curiosidad de saber de qué se trata. Entonces su teléfono emite un pitido
y él me muestra la pantalla. “Mira, en la zona donde estamos tengo cuatro
candidatas. Dos en la calle Cádiz, una en la calle Sueca y otra más por
Centelles” –me cuenta. “¿Cómo?” –le pregunto sorprendida. “Yo di de alta mis
datos y también lo que espero de ellas. Si el teléfono entra en contacto con el
de alguna mujer afín, me avisa con un mensaje y ya está, ¡al abordaje!”
–continua. Miro entonces la lista de candidatas: “Sweet_sister”, “Lady
Melones”, “Conejo al ajillo” y “Baby Agra”. “¿Y tú como te haces llamar?” –le
pregunto alucinada. Él me mira, carraspea y contesta tras unos segundos:
“Morcilla de Burgos”. Tras reírme un rato a gusto constato que a estos niveles
de proximidad, no se valora mucho la sutilidad. “¿Y ahora qué pasa?” –interrogo
impaciente. “Este es un momento importante, la hora de la verdad donde me envían
la fotografía” –relata. “¿Y tú no tienes que enviar?” –me intereso. Manuel
afirma con la cabeza y me muestra su galería, una serie de retratos en los que posa
sentado en la arena moviendo al viento su escasa melena, marca bíceps sin
camiseta, o sonríe con las gafas de sol levantadas sobre una moto prestada. Aunque
son de dudoso gusto mi amigo parece más alto, más guapo, más robusto. “Pero si
están todas retocadas” –le suelto. Él me enseña la foto de una tía
despampanante de melena brillante y tipazo increíble. “Esta es Lady Melones ¿de
verdad piensas que estas son sus verdaderas proporciones?” –me pregunta. Resulta
que es algo establecido, vender un sueño, una fantasía ideal para contactar con
otros que quieran verte como tal. Bien pensado, tras la primera impresión donde
la novedad y la falta de proximidad nos pueden llevar a la confusión, en lo
privado la mayoría somos del montón. No hay nada malo entonces en mostrar un yo
mejorado con el objetivo de culminar un romance que pretende simular estar a
nuestro alcance.
Tras la cena entramos en un pub. En la barra Manuel saluda a
una chica, más bien normalita, con la que se enfrasca en una animada
conversación. Al pasar camino del baño le digo al oído: “pues es verdad que las
fotos están trucadas”. Manuel sonríe y me contesta: “esta es Conejo al ajillo,
la otra me dio esquinazo, ¿no encuentras que tiene un tipazo?”. La noche continúa
y Manuel, en su versión morcilla, se marcha en compañía de esa chica para
culminar, me imagino, su historia de amor fugaz. Días más tarde le digo a
Manuel “todo eso está muy bien, pero ¿no has pensado en formar una familia?”. A
lo que él me responde “si, es algo que tengo planeado, pero hasta que llegue la
mujer ideal, que me quiten lo bailado”.
El romance muchas veces toma formas que no siempre están a
nuestro alcance. Una simple foto acompañada de una breve descripción, pueden
abrirnos las puertas a otro tipo de relación. Sexo directo, sin preámbulos ni
citas interminables que a veces se presentan como pruebas insuperables. Abramos
la mente a las nuevas propuestas pues, sean o no de nuestro agrado, para muchos
son el detonante de una vida mucho más emocionante. Y no olvide lo importante:
una buena fotografía vale más que toda una noche de palabrería.
Ciertamente, cuando se está libre, internet es un mundo lleno de posibilidades, y una manera tan respetuosa como otra cualquiera de ligar. Como bien dice "Morcilla de Burgos", que le quiten lo bailao. Que disfrute, que ya le llegará el día que no tenga esa libertad.
ResponderEliminarSaludos.