En el ambiente reina la
penumbra, con luces indirectas y una suerte de bruma que empaña el espacio,
señal inequívoca de la presencia de humedad. Un primer plano de una caja
abierta de una exclusiva firma de lencería, tacones de aguja, un flash de unas
piernas femeninas que se presentan esculpidas, infinitas. La nuca de una mujer
que lleva el pelo recogido aparece salpicada por pequeñas gotas de sudor, a
continuación la espalda desnuda, sinuosa, empapada. Unas nalgas perfiladas,
muslos apretados, cinturas. Hacen su aparición las protagonistas vestidas con
stilettos y maillot. El nuevo video de Kylie Minogue transcurre en un gimnasio.
La cantante y sus dos acompañantes redescubren en la pieza nuevos usos para el material
deportivo que ellas elevan al estatus de complemento porno. El potro que todos
saltábamos en la escuela le sirve a una de ellas para montarse encima y
frotarse moviendo la cintura, como queriendo aliviar picores imposibles en la
zona de la entrepierna. Otra se agarra a una vaya metálica que parece
recubierta con miel y canela. La bola hinchable, tan de moda para hacer Pilates
o abdominales, sirve de trono sensual donde las damas reposan con las piernas
en tensión, sacando pecho y rebotando la pelvis con las manos apoyadas en las
rodillas, como si estuvieran lanzando dardos con el impulso de sus caderas. El
término “sexercize”, que es el nombre de la canción, se ha convertido además en
el emblema de todos aquellos que entienden la sexualidad como si en vez de piel
con piel fuera material de burdel. Shakira, Rihanna o Miley Cyrus son otras de
las interpretes que han encontrado un filón en el negocio de calentar
braguetas. Por ello no se sorprenda si en septiembre vuelve al gimnasio y se
encuentra con que la nueva actividad estrella tiene que practicarla con la piel
untada en aceite y vestido con ropa interior.
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