Carlos Olías de Lima, speaker
del Bilbao Basket, ha saltado a la palestra de la noche a la mañana como el
gran agitador del sexismo al hacer un comentario sobre las animadoras, tildado
de machista, tras uno de los partidos del Mundial de Baloncesto. El
comentarista, parco en sensibilidad, decidió fantasear en voz alta con el hecho
de intimar con las bailarinas lanzando un “¡quien pudiera pasar la noche con
una Dreamcheers!”. Algunos de los medios de comunicación que se han volcado con
la noticia han encontrado que el hecho de que el insulto se produjera tras
sonar en el pabellón el tema “Bailando”, de Enrique Iglesias, cuyo estribillo
reza “pasar contigo una noche loca”, pueda servir como atenuante al agravio,
pues el culpable, poseído por el espíritu del reggaeton, pudo haberse animado
con esa sugerencia brutal. Al instante emergió cierto sector de hipócritas que,
enarbolando un feminismo vacuo, se rasgan las vestiduras, pese a que estoy
segura de que a muchos se les pone dura viendo a esas damas tonificadas contonearse
al ritmo de temas pop. En realidad hubiera sido más apropiado que el
comentarista hubiera instado a los asistentes a leer a Proust junto a las
chicas, o a escuchar la más bella melodía de Bellini, o a ver la filmografía de
Buñuel. Lo de verdad hiriente es que
en pleno siglo XXI, cuando la mujer de los países desarrollados presume de
emancipación, en plena conquista por la igualdad de derechos, en la era de la
conciliación, cuando medio planeta se escandaliza por temas como el burka, los
matrimonios concertados o la ablación, se amenicen los tiempos muertos del baloncesto con un conjunto de damas enfundadas en maillot, o que ciertos
diarios deportivos ilustren su contraportada con mujeres de anatomía neumática
ligeras de ropa. ¿Cómo es que entonces no salen a protestar todos esos que en
el caso del speaker pervertido se la cogen con papel de fumar?
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