lunes, 6 de mayo de 2013

EL HOMBRE PERFECTO




Me encuentro de copas a una compañera de universidad que se divorció hace algún tiempo. La veo quizás un poco más rellena pero divertida, lanzada y guapa. Me cuenta que va de culo con el cuidado de sus dos niñas, su trabajo en la administración, la casa, el colegio, las extraescolares, el pago de la contribución. “¿Y de novios como andas?” –le pregunto a bocajarro. Ella entorna la mirada y me contesta sonriendo: “he encontrado al hombre perfecto”. Yo en seguida me intereso. “¿En serio? Me alegro, me lo tienes que contar, mis amigas solteras dicen que el panorama en la ciudad está tan mal que les desespera” –le digo. Entonces se explica. “Bueno, en realidad no es uno, son tres. Un compañero del trabajo bastante más mayor también divorciado que al igual que yo, no tiene ganas de grandes pasiones. Con él tengo citas, intensas conversaciones y un sexo agradable y pausado. El segundo es un chico de la asesoría, tiene  mi edad, está casado y bastante desencantado. Con él vivo la fantasía del romance y un sexo furtivo, clandestino y no exento de culpabilidad. El tercero es un profesor de la escuela de fotografía bastante más joven que yo. Juntos compartimos el entusiasmo y el impulso de la creatividad. No se si será por un tema de edad, pero en la cama se porta como un verdadero salvaje, es capaz de hacerme vibrar”. Yo la miro sorprendida por el alcance de su sinceridad y me pregunto de donde sacará el tiempo y la energía para tanta actividad. “¿Y no te planteas comprometerte?” –me intereso. “¿Estás de coña? Yo ya he estado casada y te puedo asegurar que no me interesa para nada” –contesta tajante. Así me despido sin poderme quitar de la cabeza su idilio colectivo y pensando que igual es cierto eso de que en la variedad está el gusto y quizás, como en este caso, la clave de la felicidad.

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