Dos Coca Colas, un té, una
larga siesta y un comprimido multivitamínico a media tarde me llevan el pasado
jueves a las dos de la madrugada a encontrarme completamente desvelada. Con la
casa en silencio, el sonido cansino del ventilador y el rumor de fondo de unos
vecinos que toman una copa en la terraza, mi organismo se resiste a descansar y
tras más de una hora con la mirada fija en el techo de la habitación, decido
levantarme y hacer algo de provecho. Enciendo el ordenador con la esperanza de
ser absorbida por esa inspiración nocturna que ataca a genios e iluminados a
deshora pero abro el Facebook y me quedo atrapada con las fotos de una conocida
que se encuentra con amigas en Formentera, la isla que ha conseguido sacar de
su grupito el lado más choni y hortera. Descubro que son varios los que han
colgado fotos en la orilla del mar, tomando un mojito en un chiringuito o
contemplando una puesta de sol, acompañadas de un breve encabezado: “summer
time”. Pienso que así, los conceptos globales que no significan nada concreto y
que además van en inglés, me parecen el colmo de la estupidez. Cojo un crocanti
del congelador y pongo la televisión donde una chica se va quitando la ropa
subida en una moto de carreras con un río y una estampa campestre de fondo. No
sin dificultad se libera de un short de cuero, del tanga y del sujetador
quedando sentada a horcajadas sobre el sillín de piel a pelo. En otro canal una
señora rubia con pinta de aburrida lee el tarot en directo y responde a las
preguntas de un señor que le pregunta acerca de un antiguo amor. En el canal de
tele-tienda muestran con detalle casi científico las propiedades y composición
de unas fundas con masaje para los asientos del coche. Decido apagar la tele y
vuelvo al silencio de la noche. A través de la ventana observo la superficie
lisa de la solitaria piscina y como el haz de la luna que parece llena se
proyecta en ella. Los de la cena siguen de copas y mantienen en ese momento una
extraña conversación de la que me llegan frases sueltas. “Todos mis amigos son
guapos, o por lo menos tienen algo bello” –dice uno de ellos. “Te entiendo, a
mi cada vez me cuesta más convivir con la fealdad” –añade otra. “Uno no es
bisexual por probar solo una vez” –escucho al poco rato decir. “Yo estoy
convencida de que hay una tía en mi gimnasio, la mujer de un diseñador que se
acaba de separar, que se lo monta con otra en el vestuario” –dice otra más. A
continuación dice nombre y apellido de la interesada y el resto le preguntan
por los detalles de esa información inesperada. Vagando de nuevo en Internet
descubro con estupor la noticia de que el soldado Mannig, tras ser condenado a
35 años de prisión por traición, confiesa que la naturaleza se ha colado con su
sexo y que en lo más profundo de su ser, desea ser mujer y que le llamen Chelsea.
Su elección, aunque insólita, me resulta valiente e intento imaginar todos sus
años de instrucción y vida militar tratando de ocultar su verdadera condición,
fantaseando con ropa interior femenina o calzando tacones de manera clandestina.
Me imagino un escuadrón formado por la stripper de la moto, la señora del
tarot, las chonis de vacaciones, la chica recién separada y el soldado con el
sexo equivocado y reflexiono sobre la condición humana y cómo afecta el medio a
las personas, sobre cómo deberíamos ser, qué deberíamos decir, callar y pensar
en cada momento para alcanzar la tan ansiada felicidad. Quizás todos llevemos a
una Chelsea en nuestro interior, una fuerza brutal pero aletargada que
estimulada por la presión provocada por alguna situación determinada, salga a
la luz mostrando una faceta reveladora y
total de nuestra personalidad. El sueño me acabó doblegando en el sofá donde
fui abordada por una pesadilla donde me veía metida para siempre en la cuenta equivocada
de Facebook, escribiendo frases en tono vital a diestro y siniestro y enviándome
mensajes sin fin con personas a las que prácticamente no conocía pero con las
que mantenía un perfil afín.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Cuantas cosas nos perdemos por estar dormidos...
ResponderEliminarSaludos.