Respirar es un acto reflejo
que consiste en la entrada de oxígeno en el cuerpo y la salida de dióxido de
carbono, un proceso constante que tenemos programado en la mente y que en la
mayoría de ocasiones realizamos de manera inconsciente. La protagonista de este
relato me cuenta que ha comenzado un curso de meditación cuya técnica se basa
en controlar el proceso de respiración, «es muy fuerte, parece sencillo pero
una vez que lo tienes presente se convierte en un arma potente. Me ayuda a
centrarme, me da poder, además es invisible y lo puedes utilizar en cualquier
lugar», revela entusiasmada ante el hallazgo. Tras hacerme una breve
demostración me cuenta que respirar es sexy, que ha empezado a conectar con los
hombres de una manera más profunda y natural. «¿En serio?», muestro algo de
incredulidad. Ella narra una experiencia reciente en la que, y me promete que
esto es verdad, mantuvo un encuentro sexual en la distancia con un desconocido.
«Me fijé en el sutil movimiento de su vientre oscilando a intervalos y noté de
manera muy precisa las subidas y bajadas de mi pecho. De repente sentí que
conectamos y visualicé el aire saliendo de mi cuerpo y penetrando en el de él,
en una línea invisible pero continua. Ese aire volvió hacia a mi cargado de
calor, cerré los ojos y me invadió una oleada
el placer que luego llegó hasta él. Ninguno se movió», me cuenta. Sorprendida
con este relato sobre sexo del más allá le pregunto si de verdad fue placentero
y si piensa que este tipo de relación puede considerarse una falta de lealtad.
Me explica que para ella se trata de otra manera de conectar más elevada, menos
adulterada y que queda fuera de la circunscripción de la vida en pareja. «¿Y no
os habéis vuelto a ver?», le interrogo. Me confiesa que se dieron el teléfono y
que ahora se mensajean por WhatsApp reduciendo, a mi parecer, todo lo expuesto
a un asunto de piel.
viernes, 30 de enero de 2015
viernes, 23 de enero de 2015
ANARQUISMO DEL AMOR
¿Se imaginan estar felizmente
casados y llevar una vida en familia y poder, además, mantener una o varias
relaciones paralelas? Esta premisa, que de entrada les puede resultar
escandalosa, es la base de la “anarquía relacional”, un tipo de poliamor propuesto
por la noruega Andie Nordgren que plantea una lista infinita de posibilidades a
la hora de construir las relaciones con el sexo opuesto. El tema es comentado
por una amiga en una cena atrayendo la atención plena del grupo. Los
partidarios del movimiento afirman que la monogamia como tal ha muerto aunque
no excluyen el modelo de pareja tradicional que convive en un hogar, mantiene
un compromiso y cría a los hijos. El manifiesto de la llamada AR afirma que se
puede amar a varias personas con la misma intensidad y que el amor que se
sienta por una no debe de hacer disminuir el que se siente por el resto. Anima
además a ser espontáneo en lugar de cargarnos de obligaciones, a pensar en
términos de respeto y a crear un conjunto personal de valores que sirva para
interactuar con los otros. «Vamos, que al final, como siempre, se trata solo de
sexo», lanza uno de los hombres de la mesa. «¿Por qué dices eso?», se interesa
la que expone. «Porque la gente lo que quiere es quitarse la ropa, arañarse la
espalda, gemir y gozar. Le puedes llamar pasión, atracción, a menudo intentamos
integrarlo en lo que es el conjunto de una relación, se convierte a veces en
necesidad y si lo haces a escondidas se le llama infidelidad. Seguramente Andie
Nordgren se casó con el tipo equivocado y ahora quiere pasarse a otros por la
piedra y darle un sentido. Y eso, más allá de cualquier teoría, es sexo»,
afirma. Pese a que la respuesta rezuma sexismo en algo tiene razón. El hombre
si engaña lo hace a discreción. La dama, en cambio, escoge y medita antes de
hacer lo que le da la gana.
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