viernes, 11 de diciembre de 2015

ATRIBUTOS POLÍTICOS




Tras el debate a cuatro del pasado lunes investigo en la red para saber, a día de hoy, cual es el candidato más valorado por las damas. Albert Rivera encabeza la lista de los políticos más atractivos con un 37% de votos. Según una conocida página de contactos el líder de Ciudadanos seria escogido por la mayoría de señoras para tomar un café. Pero, para aquellas que pasan del café, Pedro Sánchez es su chico. Cuando apareció hace unos meses en el programa de Jesús Calleja haciendo rápel el candidato socialista dejó entrever, gracias a un estratégico arnés, unos destacados atributos que encendieron las redes con preguntas del tipo, “¿ofrece Pedro Sánchez el mejor paquete de medidas? o ¿qué hará la oposición para marcar más que Sánchez?. Semanas después una foto de un mitin en Palma de Mallorca que él mismo colgó en su cuenta de Twitter avivó las llamas confirmando que el secretario socialista representa para las votantes el mejor aparato político. Pablo Iglesias, al que algunos medios bautizaron como “el deseado”, fue fotografiado cuando una seguidora de Esparraguera le tocaba el culo tras un mitin. Sus fans ven en la coleta, la perilla y la camisa remangada el aroma del sexo intelectual y algunas afirman que el líder de Podemos tiene un “polvazo”. En el debate Sánchez estuvo contundente y duro (no haré la broma fácil), Iglesias relajado y cercano en plan “dejad que las damas se acerquen a mi”, Rivera se mostró nervioso, efectivo y con ese punto riguroso pero imberbe. Soraya Sáenz de Santamaría, a la que en las redes han apodado “La Menina” por su estatura y constitución, ejerció de sustituta capeando el temporal con discurso tajante y gesto entre altivo y seductor. ¿Conclusión? En política es menos importante el tamaño que lo que esconde el bulto del pantalón. Y de eso la vicepresidenta va sobrada.

jueves, 10 de diciembre de 2015

DETENCIÓN EN CALIENTE




Conozco ya varios casos de amigos fascinados con el capítulo dos de la primera temporada de la serie True Detective. Concretamente con el que creo que es el minuto diez. Les cuento la escena. El policía interpretado por Woody Harrelson llega agotado y con ganas de cariño a casa de su amante, una joven atractiva protagonizada por Alexandra Daddario. Ella va vestida con un pantalón suelto (sin bragas) y una blusa en tono crudo de manga corta (sin sujetador), cuyos botones parecen contener la misma presión que la presa del Embalse de la Serena en Badajoz. Él le entrega unas esposas a modo de presente erótico y abre una botella de vino, ella se inclina sobre la mesa para servirlo y él le baja con las dos manos parte del pantalón dejando ver el inicio de un señor culo. Ella se gira, simula una detención y le obliga a sentarse en el sofá, se coloca encima a horcajadas y esposa sus muñecas a una estantería dejándolo inmovilizado de brazos. Con tono seductor le pregunta si quiere que le lea sus derechos, él asiente tontorrón y llega el momento en el que todos los hombres presentes, sin excepción, ponen más atención a la pantalla que si se tratase del minuto decisivo de la final del Mundial. Alexandra coge la camisa y la desliza de manera suave en sentido ascendente dejando a la vista su espalda y vientre y, a continuación, dos pechos enormes, bien formados, que parecen emerger de otro planeta copando el televisor. En ese momento ellos, los miles de fans rendidos a esa anatomía prodigiosa, se entregan hipnotizados a esos senos rubenianos, con un “madre mía”, un “son perfectos” o un “no se puede estar tan buena”. A veces rebobinan o detienen la secuencia en medio de la acción, dejando congelada la imagen de esas tetas escultóricas e imaginando que son ellos los protagonistas de esa detención.

lunes, 2 de noviembre de 2015

MANCHARSE LAS MANOS



Carlos lee en la portada de una revista masculina un titular, de entrada inofensivo, que le deja pensativo. El reclamo reza: “Descubre si eres bueno en la cama”. Intrigado busca el artículo en el interior del magazine y se encuentra con un texto tipo perogrullo que incluye algunos consejos como “hazle sentirse deseada”, “las prisas son malas compañías” o “el orgasmo no es el fin único del sexo”. Continua leyendo sin mayor interés hasta que una de las sugerencias llama de repente su atención: “hay que mancharse las manos”. El autor del documento explica que, al contrario de lo que suele pensarse e, independientemente del calado moral de la interesada, a la mujer le gusta el desmelene, la palabrería hot, el ponte aquí, muerde allá, sudar, enredarse el pelo, llevarse algún cachete en el trasero. Carlos, que es de los de “¿te puedo quitar el sujetador?”, medita sobre sí mismo y se ve como a alguien defectuoso, poco hábil, pacato, rígido, esmirriado y torpón. Los días siguientes se observa en el espejo mientras repite la consigna “ensúciate las manos” y saca pecho emulando los andares de un torero, con gesto altivo, apretando la mandíbula. Se imagina palmeando nalgas con un “¡plas!” y arrancando botones de camisa cubierto de fango, orgulloso en plan gallo de corral, abriendo una botella con la boca y derramando el contenido, que discurre frío sobre el cuerpo de una dama tremendamente atractiva que lo observa fascinada y un poco asustada. Piensa en Charo, su ex, que mandaba como un sargento, y se plantea si quizá el motivo de la ruptura fue esa falta de gallardía. Decide escribirle en busca de una nueva oportunidad que le permita redimirse y lo hace en plan animal, con un mensaje que incluye las palabras “vibrar”, “gritar”, “de rodillas”, “suelo”, “culo” y “pared”. Charo no tarda en responder, «Carlos, ya sabes que no es una buena idea ver porno y beber».

lunes, 19 de octubre de 2015

DEBATE INTERNO DE SEXO





Silvia se enfrenta a un debate. Resulta que Fernando, el chico de cuarenta al que conoció hace un par de meses, consigue despertarle un instinto animal, algo brutal que le sorprende. Hasta el momento ella, cuando hablaba con amigas de sexo, se definía a si misma como alguien normal, más bien recatada, poco dada a las florituras, «yo soy más bien sosa», afirmaba cuando alguna de las presentes hacia mención a alguna práctica que ella entendía por exótica. Con Nando, como él le pidió que le llamara, era distinto. Ese chico de estatura media, mirada castaña y dientes rectos había abierto la puerta de la selva tendiendo un puente de incorrección que ella gustaba de recorrer peldaño a peldaño, sentada, a gatas o doblada, probando su flexibilidad, arañando, mordiendo, lamiendo, succionando, susurrando insinuaciones imposibles. Nando pedía y ella accedía, obediente, cegada por la poderosa sensación de saberse osada y a la vez deseada. ¿Soy yo o es él?, se pregunta. ¿Son mis ganas de transgredir o es que pretende moldearme, corromperme, ir un paso más allá?, reflexiona. ¿Es la manera de doblegar a mi propia moral, es la falda tableada del colegio, el deseo contenido, el libro de religión, el momento de la confesión?, barrunta. Se imagina a si misma como el personaje de una película francesa, gatuna, embriagadora y perversa. Piensa en si es Nando o es el momento si, ya cansada de contención ha liberado a ese otro yo o si quizá, esa Silvia bestial es en realidad ella y la otra, la recatada, era tan solo el preludio de lo que ahora vive y de lo que vendrá a continuación. «Creo que he perdido el tiempo», fue la idea que un día expuso a sus amigas. El resto escucharon  fascinadas su exposición acerca de la conexión de los cuerpos y su creencia de que gozar tiene más de ciencia que de espiritual. Ganó la parte racional. «El sexo es algo que se lleva dentro», concluyó.

jueves, 1 de octubre de 2015

EL TOPLESS DE NAOMI



La megatop de los noventa Naomi Campbell vuelve estos días a la primera línea del interés mediático a causa de una fotografía enseñando los pechos que ha subido a su cuenta de Instagram. Pese a los miles de “me gusta” y de comentarios favorables, en torno a la imagen se ha generado un debate sin precedentes: ¿cuándo será eliminada de la citada red social esa foto en la que todo el protagonismo parece girar en torno a unas tetas? El tema es que una foto parecida de Rihanna fue censurada no hace mucho y también pasó con otra de Miley Cyrus y antes con otra de Rumer Willis. En todos los casos estas jóvenes y guapas celebrities acompañaron la instantánea con el hastag #freethenipple (#liberaelpezón), un movimiento feminista surgido en 2014 con el fin de reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres y de luchar contra la cosificación del cuerpo de la mujer. Y para ello se sirven del pezón como símbolo, un atributo que debe ser mostrado, liberado, fotografiado y paseado sin límites. Los partidarios de tal iniciativa argumentan la permisividad que existe en los medios con las escenas de violencia y con los anuncios de pornografía. Una comparativa que a mi no me sale a cuenta. ¿Pezones imponiendo su ley en la orilla más sórdida de la condición humana? Además se quieren distanciar del término topless tan asociado a la época del destape y a la arena de Benidorm o Marbella.
Les lanzo a las ideólogas una pregunta: ¿a quién va dirigido el mensaje? Porque si es a las mujeres la visión de unos pechos a la mayoría nos plantea un debate estético basado en la comparación y relacionado con el tamaño, la forma o la caída. Si es el hombre el receptor, y me apoyo en teorías antropológicas de peso, ante tal exhibición el varón, más allá del mensaje, del contexto y de la relevancia de la reclamación, solo ve dos tetas. Y me dejo lo de las carretas.