Conozco ya varios casos de
amigos fascinados con el capítulo dos de la primera temporada de la serie True
Detective. Concretamente con el que creo que es el minuto diez. Les cuento la
escena. El policía interpretado por Woody Harrelson llega agotado y con ganas
de cariño a casa de su amante, una joven atractiva protagonizada por Alexandra
Daddario. Ella va vestida con un pantalón suelto (sin bragas) y una blusa en
tono crudo de manga corta (sin sujetador), cuyos botones parecen contener la
misma presión que la presa del Embalse de la Serena en Badajoz. Él le entrega
unas esposas a modo de presente erótico y abre una botella de vino, ella se
inclina sobre la mesa para servirlo y él le baja con las dos manos parte del
pantalón dejando ver el inicio de un señor culo. Ella se gira, simula una
detención y le obliga a sentarse en el sofá, se coloca encima a horcajadas y esposa
sus muñecas a una estantería dejándolo inmovilizado de brazos. Con tono
seductor le pregunta si quiere que le lea sus derechos, él asiente tontorrón y
llega el momento en el que todos los hombres presentes, sin excepción, ponen
más atención a la pantalla que si se tratase del minuto decisivo de la final
del Mundial. Alexandra coge la camisa y la desliza de manera suave en sentido
ascendente dejando a la vista su espalda y vientre y, a continuación, dos
pechos enormes, bien formados, que parecen emerger de otro planeta copando el televisor.
En ese momento ellos, los miles de fans rendidos a esa anatomía prodigiosa, se
entregan hipnotizados a esos senos rubenianos, con un “madre mía”, un “son
perfectos” o un “no se puede estar tan buena”. A veces rebobinan o detienen la
secuencia en medio de la acción, dejando congelada la imagen de esas tetas
escultóricas e imaginando que son ellos los protagonistas de esa detención.
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Me imagino que los más de 20 años de diferencia entre ambos será un plus de morbo para los que están en los 50+
ResponderEliminarAtentamente, Manuel.