lunes, 2 de diciembre de 2013

EL SEXO SALTA A LA PANTALLA



Leo un artículo sobre “Nymphomaniac”, la nueva película de Lars von Trier cuya particularidad reside, además de en las cinco horas de duración, en la inclusión de sexo explícito a raudales. La novedosa fórmula, patentada por el director, consiste en utilizar actores de primera fila como Uma Thurman, Willem Dafoe o Christian Slater, de cintura apara arriba, y a profesionales del porno haciendo el trabajo a partir del ombligo para abajo. Gracias a la magia de lo digital el resultado visual será una sucesión de escenas, con alto contenido sexual, protagonizadas por superestrellas. El mes pasado acudo al cine a ver “La Vida de Adele”, una historia de iniciación adolecente en la que sus dos protagonistas dan rienda suelta a la pasión con escenas tan realistas, que más recuerdan a una prospección que a la manifestación física de su amor. Un grupito de señoras y un matrimonio mayor abandonaron la sala a mitad de proyección impactados, me imagino, por lo crudo del asunto. Uno de los estrenos más esperados de la temporada es el de “Don Jon”, la historia de un adicto al porno protagonizada por Scarlett Johansson y hace un par de años el gran Michael Fassbender era aplaudido por su papel de máquina del sexo en “Shame”. El acontecimiento cinematográfico más esperado, que casi se ha convertido en asunto de estado, es la adaptación al cine de “50 sombras de Grey” y todo lo que tiene que ver con el tema: las quinielas sobre el reparto, el guión, la idoneidad o no de sus protagonistas y la piedra filosofal del asunto: ¿cómo llevarán a cabo las escenas de sexo? ¿hasta donde serán capaz de llegar? ¿se ceñirán del todo a lo escrito?. A lo largo de la historia del cine comercial, hemos pasado de tener que ir a Perpiñán a ver “El Último Tango en París” o “Emmanuel”, a los dos rombos que indicaban material prohibido, hasta dar con  propuestas más lanzadas, rompedoras en su momento, como “Nueve Semanas y Media”, “Instinto Básico” o aquí en España “Jamón, Jamón”, en las que se creaba el contexto erótico y se calentaba motores para enseñar al fin un pezón o un trocito de miembro.
Hasta ahora el esquema normal venía a ser mostrar el antes y el después dejando a la imaginación todo aquello que tuviera que ver con la acción. A mi, que soy ajena al mundo del porno, no deja de llamarme la atención como resulta tan normal una escena de tortura, donde el plano se recrea en el sufrimiento loco del interrogado, o un disparo a bocajarro, una paliza, violación, matanza o cualquier escena de violencia, y la censura se vuelve loca cuando se trata de cuerpos desnudos, de fluidos, de piel, suspiros y besos en la boca. Me pregunto si en el Actors Studio, escuela donde las estrellas del futuro aprenden a recitar, gritar, bailar, cantar, disparar y mirar a cámara dependiendo de la ocasión, se incluye entre sus asignaturas algún tipo de aprendizaje para hacer el amor de manera creíble. El asunto ha encontrado su salida natural como si fuera un caballo desbocado o una explosión fecal. El resultado es que el sexo está saliendo de la clandestinidad emergiendo, poco a poco, de los círculos oscuros y embrutecidos de la pornografía y el inmenso contenedor con material de bajo presupuesto y amateur que alberga Internet. La noticia ahora ya no reside tanto en el qué sino en el cómo. Los audaces creadores que lanzan este pulso a la sociedad y se atreven a tratar con pertinencia la sexualidad, deben de lidiar con productores, distribuidores y censores para poder mostrar su trabajo dentro de un contexto de normalidad. Por ello el polémico Lars von Trier ha debido de claudicar al ceder a las distribuidoras la decisión sobre el montaje final.
Antes del verano se anunciaba la propuesta, por parte del gobierno, de volver a incluir los dos rombos por aquello de indicar la calificación por edad y muchos se escandalizaban. A mi me parece que es como la zanahoria del burro. ¿Qué importancia tiene un indicativo arriba de la pantalla cuando los límites los tiene integrados el asno dentro de su barriga?

1 comentario:

  1. ¿Alguna duda de que el sexo vende?, aún así no me voy a tragar 5 horas de Lars von Trier, ni por todo el viagra del mundo.

    Feliz semana.

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