viernes, 21 de junio de 2013

CONEXIONES MENTALES SEXUALES



Isa ha decidido abandonar el biquini optando por el bañador. No es por un tema de edad, pues disfruta de una estupenda treintena con un cuerpo delgado y espigado, ni se trata de pudor, ya que siempre lució dos piezas de estilo brasileño prescindiendo muchas veces, por aquello de igualar el tono del pecho y la barriga, de la parte de arriba. Ella, siguiendo el consejo de un amigo que le dijo aquello de “mejor insinuar que mostrar”, se ha hecho este año con un traje de baño blanco, subido de pierna y escotado, un modelo con un punto ochentero de entrada recatado pero en la práctica sumamente malvado. La pasada semana decide estrenarlo en la piscina de un club elitista. Después de pasar un buen rato en la hamaca se levanta, llega hasta la ducha y, tras mojar su cuerpo acalorado, se lanza al agua de cabeza. Allí nada unos largos y al salir por la escalerilla es consciente de su poder. Pausada, introduce los pulgares bajo la goma a la altura de las nalgas colocando la prenda en su sitio sobre la carne apretada. Instintivamente saca pecho estirando de los tirantes por delante perfilando los hombros que parecen como esculpidos, enmarcando sus pechos equilibrados y hasta un punto clareados pese al forro. La tripa parece aún más plana y deriva en unas ingles marcadas, atravesadas por la lycra blanca que se eleva hasta unas caderas de yegua. Isa camina de puntillas moviendo con la manos la melena empapada que deja caer a un lado, en plan leona, hasta que llega y se acomoda en la tumbona. Con los brazos apoyados detrás de la cabeza se despereza consciente de las miradas incendiadas que ha despertado. Mientras se pone cacao en la boca se arrepiente de no haber descubierto antes el poder de ese bañador provocador capaz de despertar en la mente de los varones una serie de conexiones relacionadas de manera directa con las vacaciones, el calor, los fluidos, la playa y el sexo.

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