lunes, 4 de noviembre de 2013

EL LADO ANIMAL



Debo de ser de las pocas personas a las que correr en la cinta le hace sentir  gilipollas. Ese viaje a ninguna parte, esa carrera imaginaria, forzada, se sitúa en el lado opuesto de lo que en la Antigua Grecia fue propuesto por los sabios del momento, la exaltación de lo físico, la extensión del cuerpo como una proyección de nuestro yo energético y vital. En mi caso además se da el temor infantil e irracional a ser engullida por esa base transportadora que convierte en castigo el ejercicio. La palabra gimnasio, que deriva del término griego “gymnos”, vendría a significar ni más ni menos que el lugar donde ir desnudo, de ahí que en origen el deporte se practicara sin ropa, dejando a la vista del resto los atributos que no se presentaban como reclamo, sino como señal y reflejo de su ser sagrado. El gimnasio con los años desvió su destino original para convertirse en un lugar de encuentro social donde hombres y mujeres acudían con el fin de ejercitarse y de mostrarse, por ello ha estado durante mucho tiempo situado en la lista caliente de puntos para el ligoteo al mismo nivel que el pub o el puesto de trabajo. Los gimnasios de moda, aquellos con las instalaciones más cuidadas y por cuyos vestuarios desfilan nombres relevantes de la ciudad, marcan la diferencia con cuotas que van desde los 60 euros de algunos del centro a los 150 de los más exclusivos. Ahora, la crisis ha llevado el low cost hasta el mundo del deporte de interior, y un par de establecimientos que forman parte de dos cadenas, uno situado en Manuel Candela y otro en Cardenal Benlloch, han declarado la guerra con precios que bajan de los 20 euros mensuales por ser socio de estos lugares limpios y espaciosos, ambiente mezclado y algunos de los aparatos más punteros del mercado. “Las clases son virtuales”, “no hay taquilla en propiedad”, “pagas por la ducha”, “en la sala prácticamente no hay monitores” –dijeron sus detractores tras la apertura. Ahora, unos meses después la cosa se ha puesto más dura y son esos mismos los que allí levantan pesas, trabajan en la elíptica o reciben clases de un profesor que les habla desde un televisor. Mi curiosidad se despierta y al pasar por delante de uno de ellos abro la puerta con la intención de inspeccionar el terreno. Una monitora de aspecto eficiente me recibe con una sonrisa y me acompaña en un breve recorrido, sin pausa pero sin prisa, por ese lugar ordenado y ambientado con fotos de chicos y chicas que parecen modelos en plena acción. Por el camino me encuentro con un par de conocidos que en ambos casos acompañan el saludo con una breve justificación. “Me pilla al lado de casa” –me dice una, “desde el trabajo llego andando, solo vengo de vez en cuando” –aclara el otro. Yo asiento mostrando normalidad y me aguanto las ganas de decirles que no se preocupen, que estamos todos igual, que si a la mayoría nos ha dado por correr en el río no es sólo porque es sencillo y sano, sino por un tema de bolsillo. La gran parte de modelitos que veo a mi alrededor son de Decathlon o la clásica malla con camiseta que me recuerda de inmediato a mi adolescencia, cuando el deporte se hacía con el pelo para atrás y coleta y la cara sudada. Por contraste me viene a la cabeza mi antiguo gimnasio donde las damas se maqueaban en plan cañón y salían a la sala con brillo en los labios, el pelo cardado y el IPod amarrado a la cintura, en una estampa de locura que en más de una ocasión me imaginé completada con tacones, cubatas y bola de discoteca. En nuestra realidad embrutecida y precaria en valores como el optimismo y el romanticismo, cuando las relaciones personales, especialmente las de hombre y mujer, se han degradado en muchos casos hasta el “yo Tarzán” y “tú Jane”, puede ser que estemos asistiendo a una vuelta a lo primitivo que ejerza de catalizador, liberando así a lo deportivo de lo accesorio y lo postizo y devolviéndole su valor original, que no es otro que el de canalizar la energía vital y por ende la sexual. El mensaje es claro: conecte con su lado animal.




No hay comentarios:

Publicar un comentario