Joaquín Fernández Díaz, ex
vicesecretario del PP de Asturias implicado en la Operación Pokémon, escribió
en su ordenador en el aparatado de anotaciones contables los concepto
“putiferios” y “putas y varios”. Por si las dudas. El implicado no se anduvo
con rodeos a la hora de clasificar esas partidas procedentes de unos fondos de
oscuro origen. El idilio turbulento que desde hace décadas mantienen algunos
políticos y empresarios con el mangoneo y que en estos días florece en nuestras
tierras ha sido aliñado, en ocasiones, con el picante ingrediente sexual en
forma de amante, meretriz o esposa despechada. El tema ha calado tan profundo
que si antes bomberos, policías o masajistas eran las profesiones favoritas por
la industria del porno a la hora de protagonizar escenas X, ahora lo que se
lleva es el tipo turbio, encorbatado y de dudoso pasado. “Allison Star y Candy
Alexa se lo montan con dos funcionarios corruptos” o “Político caliente
seduciendo a una votante” son algunos de los sugerentes títulos que ya circulan
por la red. El hallazgo me hace pensar que, si bien el policía con esposas y
porra representa autoridad, al bombero se le presupone como un hombre musculoso
y comprensivo, y al profesor se le adjudica ese punto didáctico y paciente que
a muchas señoras les resulta estimulante, ¿cuáles serían las cualidades
sensuales que se les atribuiría a aquellos mandatarios o empleados de la
administración imputados? Me imagino la secuencia. El individuo en cuestión
llega enfundado en un traje y porta un maletín. La dama le alaba el atuendo. Él
le habla de la comisión y a ella le sube la temperatura. Él se libera de la
ropa mientras confirma una adjudicación y ella le ofrece una mordida. Él le
dice “te vas a forrar”, ella le dice “dame más” y el contesta “por detrás” en
un final que roza el esperpento. Menos mal que se trata de ficción.
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