jueves, 25 de mayo de 2017

MALLAS CON PODERES





Hoy les relato como unas simples mallas deportivas pueden cambiar toda una vida. La historia comienza el día que Irene, unos 60, señora de bien, casada y con un nieto en camino, decide apuntarse a yoga ante la insistencia de dos amigas. Tras las primeras clases, a las que acude con suéter de punto y pantalón suelto, y en vista de que se encuentra algo más ágil y animada, se dirige a una tienda del centro a comprarse un atuendo apropiado para hacer ejercicio. Un dependiente espigado que en lugar que referirse a ella como “señora” lo hace como “chica”, le anima a llevarse un conjunto de dos piezas en lycra negra con una fina raya lila. Irene, insegura, sale el primer día camino de clase sintiéndose como un pajarillo mojado, el rostro libre de maquillaje, zapatillas, el pelo recogido en una sencilla coleta, sin los pendientes de brillantes ni el reloj. El punto de inflexión llega cuando, esperando en un semáforo, descubre su reflejo en un escaparate. La silueta sin rostro que observa es la de una persona mucho más joven que ella, los muslos delgados y torneados, los hombros rectos, el cuello perfilado. Baja la mirada y observa sus piernas recortadas en el espacio, dos extremidades que ahora le parecen ajenas, como si hubieran adquirido una independencia reciente. Acostumbrada como estaba a una vida ordenada y “acorde a su edad”, su nueva agenda incluye quedadas con amigos en un local de Alboraya para colaborar en un mural, comidas en un restaurante vegano del centro, paseos descalza por la orilla de la Patacona, conversaciones con un compañero llamado Marc en las que habla de lo que quiere y no de lo que toca o cita en un tatuador para grabarse en la piel un pequeño sol. Irene piensa que esas mallas tienen súper poderes. Su duda es ¿debería hacerse además con una capa que le permita volar y elevarse?.


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