lunes, 1 de abril de 2013

FIESTA EN LAS BOLAS




“Doy mi vida por una birra” – suelta el otro día una madre en medio de un parque de bolas. “Esto sólo se puede aguantar si estás loca, o si te has bebido unas copas” –puntualiza otra. Nos encontramos en una fiesta infantil en el sitio de moda si mides menos de un metro y tienes tres años. Una chica jovencita nos ha obligado a ponernos de pie y, rodeadas por un grupito de niños, gesticulamos de mala gana al ritmo de: “soy una taza, una tetera, una cuchara, un tenedor…”. Los pequeños bailan a su bola y se mueven de maravilla imitando con el cuerpo las formas de la vajilla. Yo me fijo en el único padre, un chico moreno con perilla que se mueve animado y se sabe la letra de carrerilla. Esa entrega de inmediato me resulta anti erótica, casi patética. Lo más seguro es que su mujer haya empleado tiempo en alentarlo, en animarlo hacia esa clase de expansión. Me imagino que si lo viera en este momento, en plena exhibición, su libido daría un bajón hasta más allá del subsuelo. “Que se joda, por pesada” –pienso. La animadora se me acerca y empieza a moverse a mi lado, cadera con cadera, en plan colega, mientras la canción sigue su evolución: “soy un cuchillo, un plato hondo, un plato llano, un cucharón…”. Intento repasar mentalmente cuantos cubiertos quedan por nombrar en ese tema que parece que nunca va a terminar. Temo que la persona que ideó la letra debe de tener en su casa un verdadero ajuar que está dispuesto a enumerar: “soy un salero tirititi, un azucarero tirititi, una batidora tirititi, una olla express pi pi...” Mientras seguimos dando vueltas con las piernas abiertas y los brazos en jarras, yo intento descifrar el sentido de ese lugar al que, desde que mi hijo empezó el colegio, no le dejan de invitar.
Los parques de bolas infantiles son todo un mundo por explorar. Para aquel que nunca lo haya probado que se haga la idea de un recinto cerrado con mesas en la entrada que dan paso a una zona acotada donde se impone una enorme estructura de redes y goma dura, como una jaula para hamsters en tamaño gigante donde varios toboganes van a parar a enormes piscinas repletas de bolas. Allí los niños recorren tubos, saltan y gritan en plan desmadre a razón de diez euros la tarde. Un plan de entrada perfecto cuando hace mucho frío, o te da pereza bajar hasta el río o simplemente, ya no los puedes aguantar y los quieres agotar. El problema llega cuando la madre en cuestión, a la hora de montar el cumpleaños no aclara las cosas con la gente de la organización, que en cuanto ven a tres adultos sentados les da por el tema de la participación. Los padres de manera estoica pasamos horas esperando, y en el peor de los casos bailando, en una sala poco ventilada con el único consuelo de un refresco y cacahuetes. Entonces da igual que en tu vida privada seas reservado, o distante, o que en tu trabajo goces de un cargo importante, no importa que hace tiempo en tus años de universidad fueras el más popular, que no dejaras de ligar, que te encante el cine, la lectura, que tengas un gran mundo interior, o una aventura, porque una vez que pongas el pie en ese recinto empezarás a sentirte como un ser totalmente distinto.
Conforme avanza la tarde van llegando más padres, los que con alguna clase de excusa, para no quedarse, han conseguido escaquearse. Entonces se forman grupitos, unos hablan de pie junto a la barra de la entrada, otros conversan en las sillas, o se quedan apartados mirando la pantalla del móvil con ojos cautelosos. Se me ocurre que igual que hay restaurantes con zona acotada para menores donde algunos monitores los distraen para darles un respiro a sus progenitores, debería de haber ya parques de bolas con zona para mayores, con una música tipo pub, luces bajas y un par de camareros sirviendo copas. Y lo mismo para el resto de actividades como la música, el idioma, los deportes, ya es hora de que alguien ofrezca a los padres alguna alternativa para hacer de la espera una experiencia más divertida. Me puedo imaginar el cartel promocional de alguna fiesta: “velada de mujeres solas entre bolas”. No sí tendría sentido pero por los menos,  suena de lo más entretenido.

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