lunes, 29 de julio de 2013

ADULTERIO EN LA TERRAZA



Debido a una lesión en el pie, una molesta fractura por sobrecarga que no se termina de curar, me veo obligada esta semana a pasar tres días en casa inmovilizada. Resignada, me hago fuerte en la planta superior con mi ordenador, el aire acondicionado, un bote de helado, revistas y las vistas que me ofrece la casa de enfrente. El primer día a mitad mañana hago algo que no acostumbro hacer: me fijo en una vecina cuya terraza se encuentra en mi campo de visión desde esa habitación. Tras salir un par de veces, pasar la escoba y limpiar con una especie de colador el agua de la pequeña piscina hinchable que tiene colocada en el lado que pega el sol, entra al interior y sale con sus dos críos, un niño de unos cuatro años y una niña algo mayor. La madre es alta, delgada y viste un mini short y un pequeño top que deja al descubierto unas bonitas proporciones. Aunque me suena de vista no le tengo seguida la pista y me digo que tengo que avisar a mis amigos solteros y heteros de que en el barrio hay un pibón. Mientras los niños chapotean ella whatsappea con rostro sonriente recostada en una hamaca a la vez que con la mano se acaricia la zona del vientre. Me pregunto en ese momento qué será lo que tiene en mente y si será casada, separada o vivirá emparejada. Alrededor de la una se levanta diligente y se dirige al interior de la vivienda para reaparecer en el exterior acompañada por una señora mayor que, por los gritos y saludos de los niños, es la abuela. Percibo en el pibón cierta tensión que la enerva y llego a la conclusión de que se trata de la suegra. Tras secar a los pequeños vuelven a entrar y a los pocos minutos aparece de nuevo en solitario bebiendo de una lata con tranquilidad, disfrutando de la soledad. Con un gesto se retira la camiseta dejando al descubierto dos pechos redondos de tamaño perfecto. De manera instintiva me tiro hacia atrás ocultándome tras el estor abrumada por la imagen de esas tetas sin sujetador. “Fijo que las lleva puestas, a su edad no se puede burlar la ley de la gravedad” –me digo. Al rato me vuelvo a asomar pero no está. Intento vislumbrar alguna sombra en la ventana de la que debe ser su habitación cuando a eso de las dos hace su reaparición acompañada por un tío. Pese a que ahora va vestida con el top, por la forma de hablar y de mirar pongo la mano en el fuego de que no es el marido. De repente se empiezan a besar sin darse tregua, él la coge con una mano del pelo y con la otra le agarra el trasero. Ella pega un saltito y rodea con sus piernas la cintura de ese Sansón que da unos pasos, con ella en brazos, y la introduce en la casa. Lo que sucede a continuación no lo atino a ver pero el inicio me ha parecido una escenita improvisada de porno amateur.
Después de comer mantengo toda mi atención en ese espacio que ahora, vacío, huele a lío. Cerca de las cuatro la adúltera hace su salida vestida con shorts y una camiseta normal y vuelve a pasar el colador por la superficie de la piscina de goma. Tras andar trajinando dentro y fuera durante un rato los niños vuelven a hacer su aparición, ya sin la suegra, y se lanzan al agua con determinación. Las siguientes tres horas transcurren como una tarde normal con juegos, meriendas y actividades caseras hasta que a las ocho y diez entra en escena el que sin ninguna duda es el esposo, pues es recibido con un frío saludo por parte de ella y con gran algarabía por los críos. Él se arremanga la camisa y se pone una cerveza mientras ella le habla sin moverse de la silla con pereza. La familia al completo de retira a la hora de cenar y yo pienso en cómo alguien puede tener esa facilidad para engañar. Entonces, a eso de las doce, es él, el marido, el que sale al exterior vestido con camiseta y ropa interior, saca el teléfono y empieza a escribir cerca de la piscina, con unos gestos y miradas hacia interior que indican que se trata de una acción clandestina. Me meto en la cama y tengo una reflexión sobre la condición humana y lo difícil que debe de ser para algunos mantener su papel los siete días de la semana. Pero en el caso de esa pareja, dada su situación y al existir una doble traición, se equipara el engaño quedando amortiguado el daño. 

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