lunes, 10 de marzo de 2014

AVENTURAS DE OCASIÓN



El martes de esta semana tomo la parte central de la Gran Vía dispuesta a recorrerla para llegar hasta su confluencia con Ruzafa en compañía de mis hijos. Tras pasar la fuente dedicada al Marqués de Campo, aparecen ante nosotros las casetas en tono madera de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, que se mantendrá en la ciudad desde el viernes hasta pasadas las fallas. En nuestro camino encontramos unos voluminosos palés cubiertos por plástico negro. «¿Eso qué es?» –pregunta mi hijo. «Son libros» –le informo. «Son juguetes» – rebate mirando curioso. «Es más o menos lo mismo» –le digo. En ese momento un señor abre con un cúter uno de los palés dejando al descubierto su contenido. Mi hijo observa fascinado las cubiertas de esos volúmenes coloridos que, en este caso, esconden historias para niños, juveniles y algo de ciencia ficción. «¡Mira, los de Barco de Vapor!» –les digo con repentina emoción. Y descubro en el enorme montón “Fray Perico y su Borrico”, “Asesinato en el Orient Express”, “El secreto de la arboleda”, “Pesadilla en Winnipeg” y muchas de las historias que me llenaron la cabeza en mis años de colegio. En otro apartado están los de “El Club de los Cinco” y saco “Los cinco en las rocas del diablo” y “Los cinco y el tesoro de la isla”. Rememoro las vivencias de esa pandilla de amigos que se embarcaban en peligrosas aventuras, encontrando tesoros o persiguiendo a criminales. Pienso en que ya no se escriben historias tan emocionantes como las de antes, que ahora en la mayoría de los casos se afanan en transmitir una combinación de didactismo, moralismo, igualitarismo y multiculturalismo, metido todo con palanca, que resta a los textos credibilidad, dotándolos del halo de lo políticamente correcto y fomentando la transmisión de valores e imposiciones, pero por cojones. En otro de los puestos ya está casi todo preparado para el día de la apertura. Ocupando la primera fila se encuentran alineados “La penúltima verdad”, “El fin de la eternidad”, “La tierra permanece”, “Caminos ocultos”, “Lámpara de noche” y “Limbo”. La oportuna selección apocalíptica me trae a la cabeza las predicciones de hace unos años de James Lovelock, el famoso científico ambientalista. Sus teorías vuelven a estar en la primera plana a tenor de las condiciones climatológicas extremas que han azotado a Europa en los últimos tiempos. Según el erudito en el año 2.030 solo podrá sobrevivir un veinte por ciento de la población mundial. El mensaje catastrofista e irreversible, según el doctor, viene acompañado de un bálsamo calmante pero nada esperanzador: “disfruten mientras puedan”. Yo miro a mis hijos riendo y me planteo si la disposición de esos libros, por algo más que una casualidad, marcará el ritmo de ese final. El librero ordena otro grupo de ejemplares en ese momento. Me acerco ávida para descubrir cual es ahora la combinación. En una hilera coloca ante mis ojos “Así habló Zaratustra”. A su lado, en la siguiente pero al mismo nivel, pone “La existencia después de la muerte”. «Joder» – me digo. El señor se gira y continua a lo suyo dejándome sumida en una reflexión sobre el debacle de la humanidad y por contraste, la apacible sensación que me produce el sentirme rodeada por esa masa de libros. Trato de interpretar el significado de ese momento y caigo en la cuenta de que por derivación, la lectura es nuestra tabla de salvación, el pasaporte a un mundo más amplio y a una fuente de experiencias ajenas que pueden trasladarnos a una dimensión superior. Pese a que una parte de mi se convence de que ese viejo profesor se puede equivocar, vuelvo sobre mis pasos y me dirijo a los libros que descansan sobre el palé. Al fin doy con la “Guía de Supervivencia de los Cinco” y compro un ejemplar para cada uno de mis hijos. Pues, y en caso de que ese desenlace mortal sea cierto, quiero estar completamente segura de que ellos dos están entre los escogidos de ese veinte por ciento. Cabe la posibilidad de que todos esos libros de ocasión, al quedarse descolgados dejando el protagonismo a los escritos más acordes con la tendencia de su momento, guarden en conjunto el total de sabiduría. Yo si fuera usted me lo plantearía.





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