lunes, 20 de julio de 2015

DEJA QUE TE COMA ENTERITA




Amparo es una dama casada de corte clásico que vive de manera acomodada cerca de Colón y se mueve en círculos destacados de la ciudad. Los domingos va a misa en familia, viste con elegantes prendas de firma y tiene hobbies como el paddle o el bridge. Un día se sorprende a sí misma moviendo pies y hombros con una canción que escucha en la radio la chica boliviana que trabaja realizando las labores domésticas en su hogar. Se trata de un tema de corte sabrosón con marcada percusión en la que un chico de voz sensual, con un punto canalla, parece susurrarle al oído, “tengo tu cuerpo grabado en mi mente, estoy loco por verte y de nuevo besarte y aunque sea un secreto, sé que tú eres mía”. Amparo espera hasta saber el nombre del cantante y, en secreto, busca el tema en internet y escucha cuando puede ese “mami, vamos a hacerlo fácil, deja que te coma enterita...yo sé bien como hacerte feliz”. Se imagina entonces a ese papi de piel oscura agarrándola por las caderas, ella luce un vestido blanco que se clarea y lleva la melena mojada y despeinada suelta sobre la espalda desnuda, él la conduce por la pista de baile de una playa perdida, las piernas de ambos se entrelazan flexionadas, sus manos le acarician la cintura. Amparo cierra los ojos y reproduce la letra en voz baja, “tres de la mañana, te sientes sola...quieres calmar el fuego que te acalora...confiésale, dile que en tu cama está en mi nombre”. Encuentra más canciones del estilo y las escucha a la hora de la siesta. Tumbada en la cama, la brisa entra por la ventana, ella deja de manera mental su gran casa del Ensanche y la vida acomodada para viajar hasta el Caribe y entregarse a los brazos de ese amante, chulo y deslenguado, que le hace vibrar desde la punta del pie hasta el pelo. ¿Como ese ritmo de entrada inapropiado- se pregunta- es capaz de hacerla llegar hasta el cielo?

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