viernes, 13 de septiembre de 2013

CUERPO DE BOMBEROS



A eso de las seis de la tarde me encuentro un día de esta semana en la playa de la Malvarrosa con una amiga y los niños cuando llegan dos quads de la policía. Un chico les explica que mar adentro, encallada en la arena, se encuentra una jaula de pesca, con grandes salientes en forma de pincho. Unos minutos más tarde hacen su aparición tres bomberos vestidos con un modelo playero que consiste en polo gris, bermudas y calzado deportivo armado. Eficientes, acotan el terreno, se hacen cargo de la situación y dos de ellos se liberan de la parte de arriba para adentrarse decididos en el agua. Un revuelo creciente comienza a expandirse por las hembras presentes que no tiene relación con el suceso. “Menudo animal”, “flipa con las abdominales”, “¿y el culo?”, “pensaba que era un machete, pero es el paquete” –escucho de varias que se agolpan en la orilla expectantes. En el agua los dos héroes atléticos dan con el objeto peligroso y, pertrechados con gafas de bucear, se mueven con intensidad, marcando cada músculo de sus brazos y espaldas que brillan mojadas bajo la luz dorada de esa hora. De vez en cuando salen para informar de la situación provocando en las testigos entregadas nuevos comentarios de admiración. Algunos niños, que se han acercado al agua para curiosear, son alertados por los policías, pues sus madres hacen fotos distraídas. En una de esas salidas uno de ellos alto, guapo y robusto, luce un rascón sangrante en una pierna y las señoras lo reciben como si fuera un torero. Ellos, acostumbrados a apagar fuegos, intentan hacer su trabajo mientras algunas fans comentan en voz baja que se podrían haber quitado la parte de abajo. Al final colocan una boya de aviso y se marchan a por más material, provocando cierta decepción, y confirmando que el instinto grupal saca de las damas su versión más bestial.

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