Un grave error, envuelto en el contexto adecuado, puede
terminar convertido en un golpe de suerte. Me explico. Tenía mi amiga Berta un
amante ocasional. Pese a estar casada desde hace una década y ser madre de
familia, sucumbió las Navidades pasadas a un arrebato fisiológico y así, en la
cena de empresa, se enrolló con Fran, un rubio cachas de administración. Nunca
había sido infiel y Berta, cuya vida sexual en pareja era casi inexistente,
terminó colgada de él. Más o menos una vez al mes lo arreglaban para quedar y
continuaban con un affaire que, lejos de tomar un cariz sentimental, se instaló
en el terreno de lo puramente sexual. Juntos exploraron el Kamasutra e
indagaron en la piel del otro movidos por el instinto primario de ese deseo
brutal.
Una tarde, Berta se encuentra en casa y se le ocurre hacerse
una foto de los pechos desnudos, presentados sobre una mesa, en una postura
imposible. Con la idea de calentar al bestia de Fran, decide enviársela vía
mensaje con un escueto “aquí saciarás tu apetito” pero, movida por el arrebato,
se la hacer llegar a Manuel, su anodino marido. Paralizada por el error, mira
la pantalla asustada esperando lo peor, pues ella en su matrimonio siempre se
comportó con cordura, rozando casi la estrechura. La respuesta llega una hora
después, en forma de fotografía. En ella el miembro de Manuel protagoniza un
primer plano, sujeto por su mano, con un mensaje muy claro: “hoy tú cenarás
salchicha”. Berta, tras el shock
inicial y aliviada por su reacción, decide seguir con el tema en su vertiente
más obscena. Así, tras cuatro o cinco instantáneas, Manuel llega a casa
traspuesto y se mete con ella en la cama para ilustrar lo sugerido.
Desde ese momento Berta se olvida de Fran y ve reavivar su
nido, que se encontraba dormido. Su marido se aficionó al jugueteo y ella se
busca la vida para dar cierta chispa al magreo. Y aunque él se sabe cornudo,
cuando se mira desnudo, en acción, da las gracias en silencio por aquella
equivocación.
Bendita equivocación. Nada tiene que ver el sexo con los sentimientos, pero si van de la mano son infranqueables.
ResponderEliminarMe gustó muchisimo el estilo con el que está escrito.
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarCualquier chispa puede provocar un incendio.
Saludos.
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