Elena Meléndez, periodista y columnista, narra su visión de la vida a través de breves escritos.
viernes, 15 de junio de 2012
ÉXTASIS DEL SÁBADO NOCHE
Salgo de noche la pasada semana con amigos. Tras la
cena y la primera copa, caemos en un pub
que ahora se ha puesto de moda por la zona de la calle Bélgica. La media de
edad ronda los cuarenta. Allá donde miro veo caras conocidas, vacas sagradas de
la época, pijerío clásico. “El garito está de moda”, pienso. Y nos acomodamos
en una mesa alta junto a la pista. En la cabina pinchan clásicos disco de los
70 y 80, las copas son aceptables y la iluminación adecuada. Poco a poco
percibo algo denso en el ambiente, unos y otras conversan animados y se mueven
con fluidez de grupo en grupo, mezclados, gestando sensaciones colectivas.
Surgen los primeros chispazos: ella, separada y propietaria de una tienda de
ropa, él, empresario atractivo, se lanzan con un baile sinuoso de torsos
apretados copando la atención del personal. En el otro extremo, dos ex bien
avenidos se susurran cosas al oído, tontorrones, y no soy la única que veo sus
manos trenzadas en la oscuridad. El resto vamos tomando la pista, embriagados,
dejando flotar los cuerpos, frotando las espaldas, enlazados, unidos en un
único ritmo. De repente empieza a sonar Earth,
Wind and Fire y su mítico “Boogie
Wonderland”. La masa de piel y fluidos se mece acompasada entregada a ese
rito imparable. Juegos de caderas estudiados, brazos en alto, giros imposibles,
hombros combinados que puntean el aire, pies que se derriten y difuminan las
líneas del propio yo para dar paso a una orgía sensorial. Sin edad, sin
circunstancias, sin pasado ni futuro, enraizados en ese presente intenso y
caluroso que se alarga hasta altas horas y fruto del cual, surgen, por una noche, las más extrañas
combinaciones. Porque las buenas ocasiones se presentan sin aviso, y ante la
presencia de un momento verdadero, si además es compartido, recomiendo
adaptarse y ponerse divertido. ¿El motivo? Vivir el momento, dejar de quejarse
y aprender a deslizarse. Escuchar el tema.
Ese instante Going back to my Roots que a veces se nos apodera es lo que yo llamo adolescencia jurásica.
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