
Me contaba un amigo algo crápula, de esos que pica de flor en flor, que tras años de relaciones breves e intermitentes con mujeres despampanantes, comienza a sentirse desubicado. No es el único. Me llegan desde hace tiempo confesiones de hombres y mujeres, amantes de la vida disipada, que ya no le encuentran la gracia a tanto desparrame. El acto sexual puntual, tanto tiempo considerado como elemento de la modernidad, derivó en una suerte de promiscuidad colectiva y aceptada, símbolo de una pretendida libertad. Pero la realidad es que en esa entrega física, aparentemente superficial, se comparte mucho más que piel y fluidos.
El ser humano, tan sensible a cualquier estímulo exterior, no es capaz de deslizarse por la superficie de ese encuentro trascendental para el que cada cultura, religión o creencia ha elaborado su particular manual de uso y disfrute. No somos animales, por mucho que algunos insistan en hacérnoslo creer, y por ello no es posible separar el cuerpo de la mente cuando la lujuria está presente, pues no siempre el deseo o la pasión han de verse colmados con una penetración. Seamos creativos y exploremos más allá de ese impulso inicial, conozcámonos, hablemos, valoremos y respetemos nuestro espíritu sin exponerlo antes de tiempo a la crudeza de nuestra supuesta naturaleza.
Cierto recogimiento sensitivo es clave para crecer en otros ámbitos y estar en comunión con nuestros actos. De ese modo, derivando nuestras relaciones por caminos más mentales y menos corporales, veremos completados ciertos aspectos de nuestra conciencia que parecían encontrarse en estado de latencia. Desde aquí abogo por un viraje hacia terrenos más castos y apuesto por el sexo en pareja. Nunca el placer vive mejores momentos que los avivados por el mutuo conocimiento, si además, el deseo es compartido y la pulsión pura, no se me ocurre mejor aventura.
Cierto es que puede haber amor sin sexo y sexo sin amor, pero ninguno en solitario puede equipararse a ambos juntos.
ResponderEliminarTambién creo que todo puede ser válido en el amor, pero desde mi punto de vista, las mejores relaciones sexuales se tienen con personas a las que conoces muy bien. El problema es buscar "la recompensa fácil", que además suele ser fácilmente encontrable fuera de la pareja, y esto sumado a lo complicado que es llevar una vida independiente a la par que mantener una relación de pareja plena (con su vida sexual plena también), hace que mucha gente tome el camino fácil, y en vez de reconocer que no quieren esforzarse o que cuando lo han hecho les ha salido mal, prefieren decir: ¡Esto es lo mejor!